Melodrama tanguero
Este tipo de tango puede conceptuarse como una especie de melodrama. El tema constituye un drama. Podría ser el mismo de una ópera. Pero aquí están presente los elementos del tango: letra y música. Y algo más: una historia humana, individual, pasional, con facetas sentimentales y patetismo, por lo que agita la sensibilidad de la gente. La historia corresponde a un tiempo lejano, dada la edad del país, de la comunidad en la que está inserida.
Amargura, desesperanza, hastío, sollozo, desdén, abandono y dolor profundo. Después... una canción y un disparo con el que un payador y cantor pone fin a su vida. Historia de un tiempo viejo, del payador que se afincó en la ciudad, producto de la migración, de la traslación de la población rural a las zonas urbanas, un fenómeno sociológico e histórico en nuestros países del sur.
Creo que, en cierto escorzo, el suburbio fue el nexo entre la zona rural y la ciudad y que en esa franja social se transformó el payador en milonguero y cantor. Llegó del campo y se incorporó en un ámbito distinto. De a poco fue dejando el caballo, modificando su vestimenta y recibiendo nuevos influjos. Adaptó sensiblemente su arte en un entorno de múltiples influencias culturales entre las que se hallan el arte y el lenguaje, con su substractus de sentimientos, emociones, ideas y motivaciones diversas.
En la historia del tango hay una instancia en la que se entrevera el payador con el cantor, el lenguaje campal con el habla popular de la ciudad. Podríamos ayudar a ilustrar el concepto si recordamos que José Gobello, en su Nuevo Diccionario Lunfardo atribuye al lenguaje general el significado de ‘payada pueblera’ cuando desarrolla la voz “milonga”. Para el Maestro Gobello “milonga” es también el lugar donde se desarrolla la payada pueblera y es el baile ejecutado al son de la música empleada en la payada pueblera, mientras que milonguero es el payador pueblero.
No quiero afirmar que, en términos absolutos, el tango deriva de la milonga y ésta de la payada.
Sí digo que existen ascendientes, vasos comunicantes y lazos no del todo ostensibles. Y los payadores están presentes en las letras de tangos y milongas y tangos-milonga. “Mocosita” nos trae la historia trágica de un payador, suicidado por causa del desamor. Habitaba en un conventillo.
Solamente en esta circunstancia se concibe la presencia de un revólver y un disparo fatal. Pero no concebimos esta forma de poner fin a la vida de un típico payador rural, hombre de cuchillo, poco afecto a agredirse pero sí dispuesto a aceptar la eutanasia cuando es hondo el sufrimiento físico de una herida, practicada por el gaucho como un deber moral o como un acto de compasión.Con el mismo sentimiento con que se mata a un caballo fracturado.
El payador urbano
En ese eslabón geográfico que es el suburbio, el payador no habita un rancho sino una pieza del conventillo, un cotorro, donde el castellano rural “catre” -de uso en la campaña- se hizo catrera, expresión lunfarda propia de la ciudad. ¡Palabras de la letra de “Mocosita”! El payador rural primitivo era un coplero, un cantor errante, el continuador de los trovadores antiguos del viejo mundo, los que solían llamarse a sí mismos “preyadores”, así que el payador no tiene su origen en la pampa, pero expresó a la pampa y a la patria, con sentido nacional y sentimientos argentinistas.
El payador urbano también, pero no fue como el rural un cantor errante, pues tuvo su habitación, su cotorro y, como en este tango que comento, vivió en el conventillo y colgó de un clavo su guitarra:
Flor de milonga
Los temas populares, letra y música, llegaron, como este tango, al espíritu del pueblo sin mucho esfuerzo ni promoción publicitaria significativa. Prendían en la afectividad de la gente, en ocasiones sin interesar la autoría. No interesó tampoco que los historiadores no hayan destacado en algunas fuentes que Víctor Soliño fue el poeta del tango; sí que Gerardo Matos Rodríguez fuera el autor de la música.
Flor de milonga fue el embrollo que envolvió a “Mocosita”. Después de advertirse que solo pocas personas tenían la grabación de Gardel, el larga duración editado por el sello “Odeón” con el título de “Mocosita”, que salió a la venta solo por tres días -según datos obtenidos por José Barcia, Enriqueta Fulle y José L. Macaggi- fue secuestrado por causa de una demanda de “RCA Víctor”, a raíz del contrato firmado por Matos Rodríguez en 1930, donde se especificaba que sus obras solo podían ser grabadas en discos “Víctor”.
Mocosita es pebeta
La mocosita del tango no tiene acepción alguna en las fuentes propias del idioma español actual.
En realidad “mocosa” proviene de una voz del latín y aparece registrada en la literatura española en numerosas obras. Sin embargo, aunque entre nosotros haya continuado con igual significado en algunas de las acepciones, los argentinos hicimos con “mocosa” varios sinónimos: piba, pebeta, muchacha, con aptitud suficiente para compartir su vida con un hombre. Y también para abandonarlo:
“Mi mocosita,
no me dejés morir,
volvé al cotorro
que no puedo vivir...
Si supieras las veces que he soñado
que de nuevo te tenía a mi lado...”.
“Colgada de un clavo la guitarra,
en un rincón la tiene abandonada,
de su sonido
ya no le importa nada”.
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