Este tango, “Amarroto”, se asocia -en la memoria de los adultos amantes de la música ciudadana- a Juan D’Arienzo y al cantor Alberto Echagüe.
Quienes los escucharon y bailaron al compás de la orquesta que dirigía D’Arienzo, abrigan gratos recuerdos y sentimientos románticos que crearon noviazgos y familias, entre las décadas del 40 y del 50. Es decir, el Maestro es parte de nuestra nostalgia, de aquel tiempo en el que las cosas eran más simples, tranquilas y tiernas.
Sin embargo, las letras, en la expresión del cantor Echagüe, no desdeñaron el lunfardo aporteñado, el humorismo y la picaresca, como se pone de manifiesto en “Amarroto”.
Vocablo y personaje
La palabra amarroto pertenece al lunfardo, como sublengua que es, a la poesía lunfa, como por caso la letra y título de este tango; y a la lexicografía, que, al rastrear la sinonimia y la etimología, penetra en la historia, la psicología y lingüística.
El personaje existe en cualquier lugar del planeta y existió en la historia universal del hombre de un modo constante; su comportamiento puede ser objeto de la antropología y de la literatura.
Por puro amarretismo idiomático, amarroto se transformó en amarro; después se simplificó en el gesto del brazo izquierdo doblado, suelto o apoyado, haciéndolo repicar sobre una mesa con el codo, o golpeando el codo con el lado interior de la derecha. Esta forma de lenguaje por señas, o de expresión gestual, se remplaza con los lunfardismos codo o codito.
Es, en el español, el ‘amarrete’, ‘amarrado’, ‘avaro’, ‘tacaño’, ‘mezquino’ y, eufemísticamente,
‘ahorrativo’ (éste es una persona previsora y, en su manifestación patológica, según Sigmund
Freud, su actitud se vincula a una forma de erotismo inconciente).
Martín Alonso, que no pocas veces se aleja del Diccionario de la lengua española, de la Real
Academia, tiene a “amarrete” como vocablo propio de la Argentina, Perú y Uruguay. Entre nosotros el amarroto pertenece al mundo de la historieta; el ingenio y el humor popular produjeron frases en sentido figurado: “Fulano tiene una viborita en el bolsillo” o”...no se rasca nunca” o “...no se rasca ni teniendo sarampión”, como en la letra tanguera.
En la literatura popular argentina
José Gobello cita a Dante A. Linyera (Francisco Bautista Rímoli), en ¡Semos hermanos! Poesías arrabaleras, donde escribió:
“Hija de gringos pobres y amarretes...”.
Y, también, a Manuel Gálvez, en El uno y la multitud:
“Son buenas personas, aunque amarretes.”.
Como amarrocador, que es el que amarroca, es decir el que recoge y guarda alguna cosa, como el dinero por ejemplo, el mismo Gobello hace una referencia literaria a la obra La morisqueta final de Carlos Mauricio Pacheco:
Deriva la palabra marroco del italiano jergal maroc, pudiendo presumirse -dice- un cruce con el
caló manró.
En el Martín Fierro, Hernández alude al angurriento:
“Era tanta la aflición
y la angurria que tenían...”.
En aquel tiempo, angurria significaba ‘hambre’, ‘desesperación por comer continuamente’, creo que luego el significado se acercó a ‘amarretismo’.
En La guerra gaucha, Leopoldo Lugones, usa la palabra angurria, y en la nota respectiva leemos:
“ANGURRIA. Arg. Deseo vehemente. Los españoles dicen regosto o reconcomio, pues angurria es para ellos micción difícil, que es también la estranguria”.
Registran la palabra “amarrocar” Nyda Cuniberti, en Debute Buenos Aires, Luis Ricardo Furlan en La poesía lunfarda, Felipe Fernández (Yacaré) en Versos rantifusos, José Jacinto Ríos en Confesión lunfarda, entre muchos otros autores.
Todo lo cual implica que la palabra tiene inserción indudable en la literatura popular argentina, en cualquiera de sus formas y sinónimos, a los que hice referencia líneas arriba.
El amarroto de la letra
El amarro no es una invención porteña; es un tipo psicológico, pero el tipo porteño tiene ciertas características, alrededor de las que describe el tango; en cierta medida, igualmente el tipo de las grandes ciudades del interior del país.
Recorriendo la historia podría afirmarse que el tipo tuvo presencia permanente; fue merecedor de figurar en los textos de historias de creencias y costumbres, como el de Fernando Nicolaÿ, por
ejemplo. Pero la palabra amarroto en la Argentina no es tan antigua; fue una transformación del vocablo “amarrete”, pudo haberse derivado de la voz “amarrocar”. Seguramente, el término “amarrete” es más antiguo.
El amarroto argentino puede verse dentro de las instituciones sociales argentinas, como la barra, la hinchada, el café. Aquí es principiante, pero cuando desarrolla su personalidad es descripto como lo hizo el autor de la letra, Miguel Buccino; no frecuenta el café, la cancha, el hipódromo... A propósito, definido en términos de carreras de caballos es:
“Hijo de ‘Quedáte quieto’
y la zaina ‘No te muevas’,
nunca, nunca te rascaste
ni teniendo sarampión...
Flor de chaucha que en la esquina
no ligaste ni una breva
porque andabas como un longhi
chamuyándolo al botón”.
También, en el vocabulario hípico, su perfil de garronero se expresa con el número 10: “gorra o manga de oro”.
Las contrafiguras del amarroto del tango fueron Juan Carlos Cobián, Aníbal Troilo y Carlos Gardel. Pero esta es otra historia. El gesto de generosidad más notorio que tuvo Gardel fue cuando cobró en Venezuela, en abril de 1935, 10.000 bolívares; luego en Curazao, una isla de las Pequeñas Antillas, en el norte de Venezuela dio ese importe a los exiliados de la dictadura de Juan Vicente Gómez.
Vocabulario de la letra
(Con el significado que a las palabras asignó el poeta, según mi interpretación).
ABRILES. Años de edad.
AMARROCANDO. Guardando dinero.
AMARROTO. Avaro.
AMASABAS. Guardabas.
AMURABAS. Guardabas.
BANDERA VERDE. La que se iza en el mástil en los finales muy dudosos, en las carreras de caballos, hasta que se revele la película fotográfica que permite establecer el orden de llegada.
BOTON. Polícia.
BREVA. Mujer joven.
BURRO. Bestia de carga.
CHABÓN. Torpe.
CHAMUYÁNDOLO. Hablándole.
CHAUCHA. Tonto.CHAMUYANDO- Eduardo Giorlandini
ENGAYOLADO. Casado / Juntado.
ESCLAVACHO. Esclavo.
GARRONEAR. Obtener algo sin pagar.
GIL. Tonto.
INFANTERIA (PRACTICAR). Caminar.
LABURANDO.Trabajando.
LONGHI. Tonto.
MENEGUINA. Dinero.
MINA. Mujer.
MIRONES. Ojos.
MONONA. Despectivamente, en la letra ‘mujer que tiene gracia y donaire’.
NONA. Abuela.
QUIETO. El que no se mueve para pagar.
RASCASTE. Pusiste la mano en el bolsillo para pagar.
SOLTERONA. Mujer soltera de muchos años de edad.
YUGABAS (LA). Trabajabas.
De Cao y Bucino
El autor de la letra del tango “Amarroto” fue Miguel E. Bucino y el autor de la música Juan Cao.
El letrista, que había sido caniyita, a los 15 años empezó a estudiar bandoneón y se convirtió
en un gran bailarín de tangos y trabajó como tal dentro y fuera del país. Asimismo, fue autor de numerosos temas, como “Bailarín compadrito”, grabado por Gardel. Con su trabajo estuvo vinculado, según los casos, como bailarín o autor, con Canaro (Francisco), Sofía Bozán, María Esther Gamas, Beba Bidart, Roberto Maida y muchos más.
Juan Cao fue pianista y director de orquesta, además de compositor. Cuando Astor Piazzola produce la renovación profunda del tango, Cao fue uno de los primeros intérpretes, recuerda Horacio Ferrer.
Amarroto
Te pasaste treinta abriles
de una esquina a la otra esquina
sin saber qué era una mina,
ni una copa, ni un café.
La yugabas como un burro
y amurabas meneguina
practicando infantería
de tu casa hasta el taller.
Minas, fútbol y carreras
eran cosas indecentes,
sólo el cine era tu vicio...
si podías garronear.
Y una vuelta que asomaste
los mirones por Corrientes
al marearte con sus luces
te tuvieron que auxiliar.
Hijo de “Quedate quieto”
y la zaina “No te muevas”.
nunca, nunca te rascaste
ni teniendo sarampión...
Flor de chaucha que en la esquina
no ligaste ni una breva
porque andabas como un longhi
chamuyándole al botón.
No tenías ni un amigo,
“que el buey solo bien se lame”,
según tu filosofía
de amarroto sin control.
Y amasabas los billetes
como quién hace un salame
laburando de esclavacho,
como un gil, de sol a sol.
Hoy te veo engayolado...
Te chapó una solterona
que podría ser tu nona
y que es toda tu pasión...
Y seguís amarrocando para que ella,
tu monona,
se las dé de gran princesa
a costillas del chabón.
En el banco de la vida
al final siempre se pierde,
no hay mortaja con bolsillos
a la hora de partir.
Vos que no sabés siquiera
de un final “bandera verde”,
aclarame, che amarroto...
¿para qué querés vivir?
Muy buena la página. Me sirvió en el aspecto del lunfardo. Gracias, mi saludo
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