viernes, 25 de marzo de 2016

EDUARDO

Por Evedith Adal Hosni

Jesús, a través del Evangelio, dijo: “perdurarás por tus obras” y es, sin dudas, una sentencia que nos obliga a pensar. Todos, sin excepción, tenemos la posibilidad de que nos conozcan y recuerden grata y respetuosamente si nuestras obras fueron buenas, cumpliéndose de este modo la justicia divina.
Claro: en general sucede que cuando hacemos cosas buenas es para nuestra satisfacción o para nuestras urgencias o las de los más cercanos; también, para superarnos en lo económico o en lo social. En esta carrera a veces alocada nos súper-abastecemos, nos malcriamos y malcriamos a otros coartando la posibilidad de promoverse por sus propios medios.
Paralelamente, en este quehacer absorbente, van quedando otras obras (las que refiere el Evangelio) que perdurarán cuando ya no estemos: son las obras del amor, de la generosidad del corazón, aquellas en las que se deja el alma limpia y fraternalmente, que motivan a creer que la vida merece ser vivida, a eludir el materialismo que entorpece, a mirar al otro de igual a igual, lejos de a mediocridad, el desgaste inútil, la insatisfacción, el hastío.
Eduardo Giorlandini, quien había entendido el mensaje evangélico, vivió prodigándose sencillamente a través de sus fecundos talentos, enseñando a sus alumnos en todos los niveles educativos, hablando al pueblo que disfrutaba de ese “idioma popular argentino”, de su vida de simple caminante, escribiendo poesías, canciones o trascendentes obras literarias o científicas, estudiando siempre para crecer en su entrega a los demás.
Su vida simple, digna, prolija, también fue parte de “esas cosas” que lo identificaron y hoy, que partió, hacen que lo reconozcamos como un hombre ejemplar; el árbol bueno cuya siembra fructifica en frutos buenos.

Publicado en Revista VEME, Año 11. Número 82, Marzo 2016


lunes, 25 de enero de 2016

"Eduardo Giorlandini, el culto de la sencillez y la dignidad", La Nueva (24 de enero de 2016)

24/01/2016 01:01 A 15 días de su partida, Evedith Hosni evoca al "hombre del lunfardo", cuya mayor fortuna fueron sus libros, los que comenzó a regalar ni bien conoció la magnitud de su enfermedad. Ricardo Aure / haure@lanueva.com

Eduardo Giorlandini y Evedith Adal Hosni
Compañera de la última parte de la vida de Eduardo Giorlandini, Evedith Adal Hosni dice que podría recordarlo desde la dignidad, desde la cultura, también desde la comprensión o la educación, pero lo hace desde lo que en este símbolo bahiense fue una constante, un valor irreductible e inexorable: la sencillez.
“La sencillez y la bondad, virtudes que parecieran desdibujarse cuando la persona alcanza algún nivel intelectual, social o ninguno, en un medio cada vez más desafiante, competitivo, que obliga a la defensa o a la huida, son los dones más sublimes a los que se debe aspirar. Eduardo Giorlandini fue un claro ejemplo de ello, exterior e interiormente, pública y privadamente”, considera Evedith, docente, investigadora, especialista en historia, cultura e idioma árabe.
También afirma que dichas condiciones lo motivaban al disfrute de las cosas simples que rodeaban su vida y que cuidaba meticulosamente como reales tesoros. “Ni las fantasías, ni las superficialidades distraían sus pensamientos o deseos. Su mayor fortuna fueron sus libros; su enorme biblioteca que desde tiempo atrás, al conocer el grave diagnóstico de su enfermedad, fue cediendo en enorme cantidad. Puedo afirmar que en cada libro entregado iba algo de su enorme corazón”.
Modesto en el trato con los demás, caminante incansable hasta que sus fuerzas lo permitieron; hombre que disfrutó de la amistad de sus amigos, colegas, correligionarios y de los circunstanciales pasajeros de la calle, especialmente de aquellos que lo reconocían y acompañaban un trecho, como ese humilde anónimo que lo tomaba del brazo y caminaba junto a él.
Casi todos lo saludaban con simpatía.

--¿Usted es el hombre del lunfardo?

Y como era la pregunta más habitual, Eduardo respondía con una resignada sonrisa:

--Sí, soy el hombre del lunfardo.

Lo saludaban desde los vehículos, desde la vereda de enfrente... Todos le deseaban salud y suerte, como aquel que desde su bicicleta le gritó:

--¡"Tordo”, no aflojés..!

Con frecuencia, el “tordo” se emocionaba hasta las lágrimas.

“Debo confesar que quienes más lo atrapaban eran sus alumnos de todos los niveles: una multitud. Como maestro, constituían su más íntimo orgullo. Y ellos, con distintos gestos y palabras le expresaban su cariño: “Un abrazo, doctor”, “Chau, profe”, “Adiós, maestro”...”, agrega sin ocultar su emoción.
Evedith enfatiza que la sencillez lo hacía irresistible y que, sin proponérselo, lo engrandecía, lo iluminaba, lo agigantaba.
“Era algo magnético que calaba aun en los más indiferentes, y se convertía en un padre, amigo, maestro. Así vivió en su casa y fuera de ella. Su sencillez lo inducía a comprender y comprendernos a todos: a sus hijos, en los que siempre confió; a sus nietos, con los que jugando recuperó su niñez, y a mí, quien lo elegí todos los días y de cuya sabia sencillez aprendí lo que atesoro en mi equipaje”.

martes, 12 de enero de 2016

Adiós al Dr. Eduardo Giorlandini

Dr. Giorlandini en Homenaje a J. C. Cobián
La madrugada del 09 de enero, abandonó físicamente este mundo el Dr. Eduardo Giorlandini, abogado que dedicó su carrera en la materia a la defensa de los derechos de los trabajadores; académico correspondiente de la Academia Porteña del Lunfardo con numerosos libros en su haber; afiliado al partido radical y biógrafo de Ricardo Balbín; tanguero, poeta, amante de la investigación, uno de los autores de la única biografía de Carlos Di Sarli... y sobre todo, un hombre íntegro, de sinceros sentimientos y palabra, generoso, dueño de una simpatía entradora y de un saber inestimable. 
Fue autor de unos 46 libros. En 2009, el Concejo lo declaró personalidad destacada por su “prolífera trayectoria como periodista, escritor, pensador, político y conocedor de las costumbres populares del país”.
Fue docente e investigador durante más de 4 décadas y transitó todos los niveles del sistema educativo formando a más de 26.000 estudiantes.
José Valle, E. Giorlandini y Gaby, reconocimiento a la
trayectoria Esquina Homero Manzi, Bs As.
En su cátedra de Derecho del Trabajo y la Seguridad Social, dictada en la Universidad Nacional del Sur, Giorlandini se mostró como un defensor de los derechos de los trabajadores, inculcando en el alumnado una visión humanitaria y social, señalando los abusos perpetrados por el sistema social y económico contra los sectores más vulnerables de la sociedad.
Dentro del ámbito de la UNS fue director del Centro de Estudios y del grupo multidisciplinario de investigación sobre trabajo humano, así como del seminario en los departamentos de Ciencia de la Administración y de Derecho.
También se desempeñó como docente en la Universidad Tecnológica Nacional.
En 1966 fue incorporado como miembro académico en la Academia porteña del Lunfardo y como investigador adjunto en el Instituto de Filología Experimental.
Publicó trabajos de su autoría en las ciudades de Quito, Méjico, Ginebra, California y Porto Alegre, por citar algunas.
J. Valle, Evedith A. Hosni (esposa), E. Giorlandini y Gaby
Realizó tareas de investigación en la Universidad de Palermo en Sicilia, Italia y fue becario en Alemania.
En 1995, la asamblea de estudiantes en el departamento de Ciencias de la Administración de la UNS fue elegido como mejor profesor, junto a otros 2 colegas.
Recibió numerosos premios y distinciones por sus trabajos, sus libros y otros 300 escritos, en forma de ensayos, comunicaciones académicas, papeletas, notas de cátedra, monografías y artículos científicos y periodísticos.
Entre muchos poemas de Eduardo que se transformaron en canciones figura "Aguja Brava" en colaboración, nada menos, que con Edmundo Rivero. En el libro "Una Luz de Almacén", el cantor cuenta la historia del tango que comparte con el Dr. Giorlandini, de quien fue, además, íntimo amigo. Al respecto Giorlandini dijo alguna vez:

Si bien colaboré con el libro, junto a otros amigos y por lo cual el cantor nos agradeció en el final de la obra, no tuve oportunidad de contarle con detalles como escribí la letra. El personaje existió. La historia me la contaron. Yo la reflejé tal como la escuché, con alguna variante. En un café un día el amigo que me empujó a escribirla me dijo: “¿Ves ese tipo que está en esa mesa, de camisa blanca y pantalón oscuro?. Es “Aguja Brava”.
Yo le puse, o intenté ponerle humor al asunto. Hasta creí que era una historia de mala vida. Pero el periodista Miguel Ángel Cavallo expresó que era una historia de amor, en cierto ambiente y con un lenguaje lunfa de cripta.
El tango se estrenó en Caño 14. Desde ese momento Rivero debía cantarlo todas las noche. Y al igual que “Línea 9” antes de cantarlo lo explicaba. Eran los dos únicos temas que explicaba y que el público pedía insistentemente. Así continuó años después en “El Viejo Almacén”.
Se hicieron varias grabaciones y se incluyó en el álbum “En Lunfardo”.

Palabras de un amigo 
(Nota de archivo, editada en "El silencio que mastica el Pucho", En un feca, Buenos Aires 2014)
Por José Valle
Giorlandini junto a J. Valle

Nació en la ciudad de Bahía Blanca (provincia de Buenos Aires) y, si bien es un hombre de letras, es además abogado, profesor universitario, conferencista y miembro de la Academia Porteña del Lunfardo.
Su afición por el tango y el lenguaje lunfardo lo convierten en uno de los especialistas más reconocidos en la materia y, en particular, en el análisis y crítica de las letras del género y sus metáforas.
Escribió muchos libros con temas referidos a su profesión, con especial atención al derecho del trabajo, a la educación laboral, a la economía y leyes del trabajo, al Mercosur, a la empresa cooperativa, entre otros.
Asimismo es muy interesante su obra sobre historia y política, por ejemplo: "El Frontón", "El pensamiento fundamental de Ricardo Lavalle", "Movimiento de Reforma Universitaria de 1918", "Perfil del Desarrollo Argentino", "Ricardo Balbín, el Radicalismo y la República" y "Luis León, el Movimiento de Afirmación Yrigoyenista y la Unión Cívica Radical".
Giorlandini junto a Amelia Gómez de Di Sarli y Gaby
Pero en esta semblanza queremos rescatar su calidad de ensayista e investigador del tango y el lunfardo y, en ese sentido, destacamos algunos de sus libros: "Runfla lunfarda", "Los bondis", "Por la huella del lunfardo", "Gotanfalun", "Tango y folklore", "Aquellos troesmas del tango", "Tango y humor" y "Letras de tango y cronología de las raíces tangueras".
Como autor de tango, su página cumbre es, sin duda alguna, el tango “Aguja brava”, con música de Edmundo Rivero quien la grabó en 1967, con guitarras.
Otros temas suyos son: “La pucha que lo tiró”, “Por seguidor y compadre”, “La niña morena”, “Por una esperanza”, “Villa Mitre”, “Amigo son tus soles”, “Hermano sur”, “Navidad”, “Gorrión”, “Broncha debute” y “Me queda el tango”. También, es autor de la milonga “Numerero”, registrada por el conjunto La Puñalada con la voz de Germán Arens.
En su labor como periodista escribió más de trescientos artículos, en los que abordó asuntos científicos, elaboró ensayos y crónicas diversas. También es autor de canciones populares y columnista de diversos programas radiales de Bahía Blanca y de emisoras nacionales.
Giorlandini y Ricardo Margo, 1° Festival Nacional de Tango
Carlos Di Sarli de Bahía Blanca
Un párrafo aparte merece su vocación docente. Giorlandini es, fundamentalmente, el maestro que siempre llevará al alumno hasta el extremo, colocando su mente en conflicto, para así templarla, igual que el martillo lo hace con la espada contra el yunque del herrero. Sentirá todos los dolores: los propios y los de su discípulo, y estará presente de tantas formas como sea necesario para hacer que su alumno avance.
No cualquiera es un maestro. El verdadero maestro puede aliviar las cargas y enseñarnos, sobretodo, como ser libres. Y, llegado el momento, cuando el alumno madure, es posible que lo abandone —hasta físicamente—, para dejarlo partir y vivir su propia vida.
Don Eduardo camina diariamente por Bahía Blanca, su lugar en el mundo y dondequiera que detiene al azar su camino se le acoge con respeto y alegría.
Carlos Benítez y Francisco Cabeza en charla sobre Carlos
Gardel, Café Miravalles, junto al Dr. Giorlandini
Es un ser querido y honorable, un tipazo. Uno de esos caballeros de antaño, de los que ya no encontramos, afable, formal, culto, con gran sentido del humor y un porte plagado de elegancia y señorío. Se muestra con una humildad extraordinaria y siempre dispuesto con el mejor gesto.
Es de esos hombres que cualquier persona se sentiría honrada de ser su amigo. Yo tengo el privilegio de serlo y, como ya el lector se habrá dado cuenta, lo admiro con toda mi razón y mi corazón.

domingo, 25 de octubre de 2015

Crítica del libro: HISTORIAS DE TANGO, BOXEO Y TURF

Por Eduardo Giorlandini


Muchas de estas historias están contenidas, relatadas y analizadas de un modo ameno, llegador y fehacientemente documentadas, en el libro titulado “En el naipe del vivir”, de autoría de José Ángel Lorenzo Valle, publicado por la Editorial En un feca. “Historias” que son historia; infra-historia diría Miguel de Unamuno, que, trascendiendo la historia grande nos lleva un poco al submundo, ¡tan valioso!, y a la “salsa de la vida humana”.
Son escapadas de los tecnicismos y de las nomenclaturas, y tienen la efectividad propia de lo que es común, del pueblo; objetos culturales folclorizados que pertenecen a una antropología argentina, porque el escorzo es nacional, aunque con ingredientes exóticos, porque la vida y la humanidad es una sola y casi nada se presenta en forma de pureza y de cultura exclusiva de privilegiados o titulares de nobleza o aristocracia, alta burguesía o academicismos.
No creo que deba explicar quién es el autor, puntualizando su enorme quehacer en pro de una cultura nacional argentina, por luego de haber recalado hace pocos años en Bahía Blanca ha puesto de manifiesto –y de una manera multifacética- su capacidad de trabajo, su experiencia y su amor a esta ciudad, junto a su esposa, otra protagonista singular, Gabriela A. Biondo (Gaby “La voz sensual del tango”). Valle suma a su condición de historiador,  la de empresario y productor cultural; son innumerables las obras y desempeños aquí, en una diversidad de facetas de la vida local y regional, sin que falten sus entregas en la ciudad de Buenos Aires y en ciudades y pueblos de nuestra provincianía.
Según he puntualizado líneas arriba, la obra se trata de una tríada de expresiones populares, en actividades como las del tango, el boxeo y el turf, tan preciadas y reconocidas en plenitud en distintas épocas del desenvolvimiento de la Argentina. Una temática digna de ser tratada desde cualquier rinconada y también de la antropología y el folclore, porque son objetos de realidades sociológicas, que también es decir nuestra vida, nuestro ser y nuestra conciencia nacional argentina.
Desde principios del siglo XX bastante se habló y repitió aquello de “los tres berretines”. “Berretín” deriva del francés béguin, que quiere decir “gorro”, “capricho”, algo que se pone en la cabeza, y como lunfardismo tiene innumerables acepciones y, en consecuencia, aplicaciones. Puede ser una pasión. Una película argentina se tituló “Los tres berretines” y se refiere a esto, a pasiones: en una familia, un hijo quiere ser futbolista, otro compositor de tangos y la hija descuida la casa para ir al cine. El filme se hizo en 1933 y lo dirigió Enrique T. Susini. Más, una sola persona puede tener muchos berretines. En el tango titulado “Berretines”, de Rodolfo Sciammarella y Luis Rubistein, una pebeta tiene expresamente tres (ser artista de cine, poetiza y escritora), y otros innominados; otros tangos que recuerdo son “Berretín” de Enrique Cadícamo y Pedro Láurenz (de 1928) y “Berretines” de Ivo Pelay y Pedro Maffia. La palabra aparece de manera muy frecuente en innumerables tangos; la voz pasó a ser parte del habla popular y hasta familiar.
Este trío de manifestaciones del culto popular (tango, boxeo y turf) es lo que trata el autor del libro, con historia y con lo fáctico propio de su intensísima labor y su proficua experiencia. Lo enmarca “En el naipe del vivir” que es lo que Valle asocia asimismo a la universidad de la calle -de la calle larga, no de la cortada- y a la universidad de la vida, pues, nótese, que tanguistas, boxeadores y hombres del turf han conformado una cierta comunidad parcial, de gentes ligadas por pasiones comunes, en determinado tiempo. También llegó esa esa otra pasión, la del fútbol y más: el automovilismo, la política… Todo con el cimiento de las músicas que se entreveraron para conformar el tango, siempre en evolución; las carreras cuadreras y las grescas, innegables en el naipe del vivir, donde las ilusiones (berretines), incluso legitimadas por el trabajo, el talento y la motivación, muchas veces se frustran. Y esto podemos advertirlo en el libro “La burla de la realidad, Tangosofías”, del periodista y escritor Roberto Aizcorbe.
El contenido del libro de Valle es una parcela de la vida argentina y, por todo eso, hay que recordar: “Toda vida supone… subordinar la fuerza individual a la de la tradición, a su raza, a sus obras, a su tierra, o bien tratar de utilizarla como una fuente de su libre y personal goce” (H. Bordeaux).

domingo, 10 de mayo de 2015

El Dr. Giorlandini presentará a Ricardo Balbín en el Café Miravalles

En el marco de los encuentros culturales de Dandy Producciones, bajo el título de "Un vermut con la historia", el Dr. Eduardo Giorlandini hablará sobre Ricardo Balbín el próximo viernes 15 de mayo a las 19 hs en el Café Miravalles de Av. Cerri 777 de Bahía Blanca.
Se trata de una cita que conjuga música popular en vivo e interesantes historias de personajes inolvidables; en este caso Juan Domingo Perón, Ricardo Balbin y Alfredo Palacios. Acompañarán al Dr. Giorlandini, el Dr. Victor Benamo y el Prof. Oscar Dante Garcia. La intervención musical estará a cargo del folklorista Joaquín Jacob, con entrada libre y gratuita.

El Dr. Giorlandini es autor de "RICARDO BALBIN: EL RADICALISMO Y LA REPÚBLICA", editado por la Honorable Cámara de Diputados de la Nación, en Diciembre de 2001 cuyo prólogo fue redactado por Rafael Pascual:

Siempre quisimos los radicales contar con una historia de la vida de Don Ricardo Balbín. 
Pero ahora contamos con mucho más, contamos con una gran obra. 
El Doctor Giorlandini la titula con razón: "Ricardo Balbín, el Radicalismo y la República". 
Debo decir que compartí el ánimo del autor desde la portada misma de su libro, porque no encuentro mejor concepto capaz de caracterizar los hechos de la vida de Don Ricardo que el elegido: el Radicalismo y la República. 
Estamos frente a una obra minuciosa, y no es casual. El propio Ricardo Balbín lo fue. 
y percibo aquí el primero de los tantos aciertos del Doctor Giorlandini: la biografía de un hombre que dedicó su vida a la República debe ser minuciosa, porque una vida semejante lo es. 
La República misma, tal como Balbín la concibió y nosotros aprendimos de él, es una construcción colectiva recorrida todo a lo largo por el respeto a los derechos soberanos de un pueblo. 
La constatación de una verdad semejante, cuando quien la sustentara no sintiera jamás vocación alguna por la estridencia, tiene la virtud de tan sólo poder apoyarse en una reconstrucción paciente de los hechos. 
De ahí la minuciosidad, de ahí el cuidado. Otros no lo tuvieron, sí Balbín. 
A mi entender, esto es lo primero que se desprende de la lectura de este importante libro. 
Porque estamos frente aun libro importante: la biografía de un hombre que dedicó su vida a construir consensos con la vocación y el talento de un artesano de la convivencia exige el tratamiento que el autor le dio, ese "tempo" que Giorlandini le imprime a su obra. 
Don Ricardo Balbín dedicó su vida a una paciente y laboriosa construcción. De esta paciencia y de esta laboriosidad se nutren las páginas que siguen, 
y es sin duda debido a ello que de su lectura se derive una certeza: los radicales contamos con una gran herencia. Grandes hombres hicieron nuestro partido, lo sabemos.
Pero en orden a esto, Balbín alcanza hoy entre nosotros la dimensión de un paradigma. 
Eso es lo que este libro nos deja entrever. 
El Doctor Giorlandini agrega al alto valor de su obra un aporte inédito y de gran utilidad para las generaciones presentes al documentar el trazado de esas décadas cruciales de historia argentina que tuvieran al Doctor Balbín como protagonista con la obra de ese gran escritor oral que fuera Don Ricardo. 
Es aventurado medir la significación del aporte que "Ricardo Balbín, el Radicalismo y la República" va a alcanzar entre nosotros. 
Humildemente, yo sospecho que será enorme.

LOS BALBIN y RICARDO
Por Eduardo Giorlandini

Los padres de Ricardo Balbín eran oriundos de España. El padre era nativo de Asturias, una región histórica del Norte de ese país, y, su madre, originaria de Andalucía, zona meridional. En los comienzos del siglo XIX, las tropas napoleónicas habrían cruzado la quinta de los Balbín, en una pequeña aldea del oriente asturiano, en Lue. El primero de la familia Balbín que a fin de siglo emigró rumbo al Río de la Plata tenía 13 años. Era el padre de Ricardo.

Según una fuente periodística, luego del nacimiento de Ricardo, en la ciudad de Buenos Aires, el matrimonio viajó a la Plata para establecerse allí para siempre, cuando él tenía seis meses. Sin embargo, relató el mismo Ricardo Balbín: "Soy hijo de un matrimonio de extranjeros. Mi padre y mi madre eran españoles. Mi padre era asturiano y mi madre nació nada menos que en Andalucía. Llegaron acá como llegó toda la vieja inmigración. Él trabajó y se radicaron en la provincia de Buenos Aires cuando yo tenía seis meses. Eran radicales, seguramente, pero los niños no acostumbrábamos en esa época a ocuparnos de política. Ahora el mundo ha cambiado bastante; pero el episodio del que arranca mi participación ocurrió en el pueblo de Ayacucho."

Su padre no alcanzó a conocer esa participación política que recordaba don Ricardo porque afines de 1924 realizó un viaje a España y murió allí en 1926.

Ricardo Balbín contaba de sí mismo: "Yo nací en la Capital Federal el 29 de julio de 1904 y a los seis meses mis padres se trasladaron a la provincia de Buenos Aires. Allí me quedé. Mi padre trabajaba en el ferrocarril en la sección confiterías. Por tal motivo, cuando nací estaba dispuesto ya su traslado para Azul. Ahí estuvimos un tiempo y después nos radicamos en Laprida. Murió mi madre muy temprano. Cuando yo tenía apenas seis años de edad. Un acontecimiento familiar determinó que mi padre se trasladase al partido de Ayacucho, estación Solanet, para atender los negocios de un familiar fallecido prematuramente. Razón por la cual el sexto grado lo hice en un colegio de Ayacucho..."

En 1910, en Laprida, provincia de Buenos Aires "mi padre tenía una confitería con proyecciones cinematográficas, y algunos días, por la tarde, ponía un telón en la pared de la vereda de enfrente y proyectaba la película para los pobres que no podían llegarse hasta el negocio. Esa fue una parte de la escuela de conducta y de generosidad que nuestro padre nos dio."

Si bien ya hemos señalado el origen humilde de los Balbín fue Ricardo quien en 1946, siendo diputado nacional, al tratarse el desalojo de instituciones deportivas en la Cámara, debió recordar, en el debate legislativo: "Yo saltaría con mis antecedentes familiares a la palestra, a comprobar quién me gana en mi origen proletario, la única diferencia que tengo es que mi padre jamás mandó decir en las calles: "Haga patria, mate a un estudiante ".

Acerca de su madre Balbín decía "Yo creo que el hombre tiene como una especie de máquina que retrata hechos y los fija definitivamente. He dicho muchas veces que si yo fuera retratista, haría hoy el retrato de mi madre. Así que guardo como fundamental estampa esa figura. Que en mí no se borró nunca. Constituye un importante acontecimiento en mi vida que he valorado después, en el significado profundo que tiene perder la madre cuando apenas se tiene seis años. Por eso, creo que la gente se va fijando hechos, así como en una fotografía permanente, la sucesión de nuevos hechos los va borrando, pero cuando ningún hecho nuevo se interpone en aquella figura, queda permanente."

Sus sentimientos hacia su madre eran como los retrató Manuel J. Castilla en su canción "Madre lejana":

"la pienso, la pienso lejos, dulce y quieta a la oración,
junto con ella se hamaca callado mi corazón.
Junto con ella se hamaca callado mi corazón!
la miro, la miro largo
como velando al amor, el aire, cuando la toca
se va volviendo canción. iEl aire, cuando la toca
se va volviendo canción!"

Luego de haber cursado Ricardo el sexto grado en Ayacucho, ingresó en el Colegio San José de Buenos Aires. Atrás habían quedado Azul, Laprida y Ayacucho, donde regresaría años después, ya como importante dirigente radical. Balbín tenía trece años y uno de sus sueños reflejaba el itinerario que había seguido con su padre. Porque así como el poeta canta a lo que no tiene, el hombre sueña con las cosas que añora. Recordó un ámbito físico, un paisaje, que de algún modo resumía los sitios donde había estado, en un marco soleado, de paz, de vegetación , extenso, grato al espíritu. ¿No sería esta la imagen del país del niño Balbín, la misma del conductor de vastos contingentes humanos, luego de largo caminar? ¿No es verdad acaso que los acontecimientos de los primeros años determinan la evolución de la personalidad? ¿No lo vimos a Balbín recorrer el país en incansable búsqueda del ser argentino? El leyó el país recorriéndolo, como hizo cuando niño, dentro de fronteras más limitadas acompaando a su padre.

El casi adolescente Ricardo grababa en su retina hechos y cosas, ámbitos y horizontes. iCuántas veces habrían de aflorar, para sostener sus asertos en los debates parlamentarios! Verbí gratía, como cuando se trató el tema de la investigación agropecuaria, en la Cámara de Diputados de la Nación, luego de recordar que nuestros hombres de campo no estaban habilitados o preparados para sacar beneficios de los subproductos: "Desde niños, todos hemos advertido cómo se queman las parvas de paja, porque llega un momento en que molestan al chacarero; y, como esa, todas las materias con abundantes subproductos."

Ya mostraba Balbín los rasgos de su personalidad, permanentes a lo largo de su vida. Era introvertido, como Yrigoyen, y tímido. Pero su temperamento de orador lo llevó a vencer esos influjos que en el caso de Hipólito Yrigoyen, hacían que no hablara nunca en público. No pocos hombres capaces no pudieron saltar esas vallas puestas a la acción política y al liderazgo; otros encontraron derroteros intransitados. Ricardo sentía atracción por el socialismo, pero su personalidad se ajustaba más a un partido como la Unión Cívica Radical.

Debía ser radical. Era temperamental e intuitivo, virtudes del caudillo radical. Los radicales tienen un estilo. Hablan de cierto modo. Esgrimen un vocabulario común. Tienen determinados sentimientos y acendradas convicciones. Luego lo atrajo profundamente Yrigoyen. En el socialismo, a lo mejor habría sido un líder intelectual, pero Balbín prefirió nutrirse en la salsa de la vida, en el dolor, en el infortunio, en el idealismo, en la protesta que genera el agravio, por lo cual gustaba de Almafuerte y frecuentaba sus poemas asiduamente, más que otros políticos, en el curso de su vida. Por eso tuvo que luchar contra la injusticia, que era generada por el agravio, tal como lo expresó el personaje de G. Arpino, en "El Hermano Italiano".

Pero en su adolescencia potrereaba, jugaba a la pelota. Era el comienzo de una gran pasión argentina: el fútbol. iOtra de las grandes querencias generadoras de emociones! Por entonces el uruguayo Diego Lucero, cuyo nombre era Luis Alfredo Sciutto, era el gran cronista de fútbol y había creado "Siento Ruido de Pelota,.." El heredero de Last Reason informó como pocos de ese frenesí argentino. Ricardito no podía escapar a él. También en un debate legislativo recordó el tiempo del potrero y bregó para mejores posibilidades deportivas para la juventud: "Vengan las iniciativas a cualquier precio, de los que dicen que hubo una juventud que no pudo practicar deporte nada más que en los potreros. Yo fui uno de esos, pero no vengo aquí a cobrarme ninguna cuenta vieja, porque he venido aquí para ser diputado de la civilización argentina y no del retroceso argentino."

Cursó el bachillerato en el Colegio San José de Buenos Aires y era el mejor alumno, uno de los diez adolescentes egresados del quinto año con diploma de honor. Antes había ganado los premios de Literatura, Matemática, Religión, Álgebra, Geometría, Historia Natural, Geografía e Historia. Si bien el padre de Balbín nunca fue hombre de fortuna, sus hijos pudieron estudiar, con esfuerzo. Tan pronto Ricardo terminó el bachillerato rindió examen de ingreso en la Facultad de Medicina, donde cursó dos años y abandonó por causas económicas. Luego ingresó en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de La Plata y al cabo de dos años y ocho meses se recibió de abogado. Continuaba prendido a la Reforma Universitaria y era hincha de Gimnasia porque, como decía entonces, Estudiantes "era un cuadro de oligarcas". Unión Cívica Radical, Reforma Universitaria, Gimnasia y Esgrima de La Plata era una tríada que representaba su arrebato sentimental y afectivo. Recordaba don Ricardo: "Tal vez mi auténtica vocación era la medicina. Lógicamente, Derecho se encuadraba dentro de mis modalidades. Pero me hubiera sentido más cómodo siendo médico que abogado."EI destino es así... juega un poco con las personas..."

Ana María Bertolini y Diana Kolankowsky transcriben en una recopilación de datos que la participación política de Ricardo Balbín comenzó a los doce años, accidentalmente, en Ayacucho: "En aquella época mi padre tuvo que trasladarse a una estación que se llama Solanet, para atender los negocios de un hermano que había muerto. Yo estuve internado en un colegio de Ayacucho y allí estaba también el hijo de Pedro Solanet, un dirigente notable de aquella época. Corría el año 1916. Recuerdo que los dos nos fuimos del colegio para ver la manifestación que se formaba por la llegada del candidato a diputado, que era su padre. Si los políticos tienen un bautismo, ese podría haber sido el mío".

Pero su militancia comenzó con el fin del bachillerato y su vida en la facultad. "Entonces -dijo una vez- no había en el país más que radicales y conservadores. El socialismo apuntaba, pero no era una expresión atrayente para nosotros. De modo tal que fui afirmando mi convicción en el radicalismo. Tan pronto tuve 18 años, lo primero que hice fue inscribirme en el partido". Además a los 22 años tuvo su título de abogado bajo el brazo. Cabe aclarar que en el ínterin había sido expulsado de la Universidad Nacional de La Plata por el rector Benito Nazar Anchorena, acusado de promover disturbios en su condición de dirigente estudiantil. Ricardo Balbín fue reincorporado unos meses después, pero de no haber mediado aquello, se habría recibido a los 21 años.

Ricardo Balbín contrajo enlace con Indalia Ponzetti, siendo muy joven. En un reportaje recordó ese acontecimiento: "-¿Cuál fue el momento más lindo de su vida, doctor?. EI día en que mi novia aceptó ser mi esposa.- ¿Se le declaró al estilo Balbín? No. Eramos muy chicos. La invité a tomar un té, en La Plata, y le dije que quería que me acompañara durante toda la vida, y se lo tomó en serio, usted sabe..."

Esa etapa de su vida fue relatada por Balbín a "La Provincia", el periódico oficial del radicalismo bonaerense, en junio de 1975. Entonces, dijo que ser político nunca había sido una decisión porque dedicarse a la política era una predisposición natural en él. Actuó en el Colegio Nacional queriendo moverse como grupo y como pensamiento. En la Facultad de La Plata luchó políticamente, fue expulsado de la Universidad y después reincorporado. Pero era una lucha distinta a la de ahora. Era la lucha por el concepto austero de la Reforma. De modo tal, que se encontraba inmerso ya en un proceso que se iba desatando.

Radical fue siempre. Sus padres eran de vocación radical, sus amistades eran radicales. y allí se fue formando su pensamiento y su figura política. A los 18 y 19 años, en su etapa de razonamientos más seria, el radicalismo era el pensamiento político que más se acercaba al ideal que quería. Porque desde siempre estuvo apegado al sentido humano de la vida. Cuando se le preguntaba si había tenido "padre político" contestaba: "Esto no significa una vanidad, ni un orgullo personal. Pero nunca lo tuve. Actuaba. Entendí que debía actuar, y así se inició la marcha. No busqué situaciones, vinieron. No busqué candidaturas, me las dieron. Es decir, era mi vocación. Algo prendido en mi propia vida. De modo tal que yo he dicho muchas veces que mi vida tiene dos facetas. La familia y el partido. Ahora, ¿a quién le quité más ya quién le di menos? Creo que le he quitado bastante a mi familia para dárselo al partido."

Cuando a Balbín se le preguntó sobre sus miedos, sus temores y sus incertidumbres, comenzó poniendo de relieve que se trataba de una pregunta bastante difícil, pero articuló la respuesta: "Decir que no tuve miedo a nada...es no responder la verdad. Ubicar un miedo determinado...No lo tuve. Pero tal vez, en lo íntimo y en lo profundo mi temor habría sido ser un anónimo". Con ello estaba refiriéndose a un estado de ánimo, durante su juventud.

En sus años mozos leyó todos los libros de Julio Verne. La literatura de moda en aquella época era lo que ahora llamarían la falsa literatura, pero era la literatura de ese tiempo. Todas las aventuras bien escritas formaban palie de la literatura de las generaciones de ese tiempo. No fue un lector asiduo. Fue un lector irregular. Porque fue un lector lento. Por lo general, se perdía en la mitad de la página y tenía que empezar de nuevo. Tal vez, porque en el subconsciente la lectura que hacía lo trasladaba a otra cosa. Ese debía ser el problema. Pero le costaba bastante trabajo. Él mismo creía, y así lo decía, que naturalmente cuando uno tiene que trabajar para vivir, sus lecturas son las necesarias para trabajar. Cuando egresó de la Facultad de Derecho, el título lo tomó en la más absoluta pobreza. Por lo tanto, tuvo que estudiar todo lo necesario para ejercer la profesión. Así que quedó inmerso en lo que puede llamarse "la literatura del derecho". Contaba también: "Posteriormente he curioseado muchos libros. Yo tengo un hermano que trabaja aquí. Si ustedes recorren este estudio verán gran cantidad de libros, y si van a casa de él, verán más libros todavía. La ventaja que tengo yo, es que los tiene él y además los anota. Con lo cual hago doble lectura. La del libro propiamente dicho y las anotaciones que él le hace. Eso ayuda bastante para ir conformando un pensamiento. Pero en definitiva -esto sé que no le gusta a mucha gente que lo diga- me he informado mucho en la realidad. A mi país ni lo he leído, lo he visto. Y a la gente de mí país no la he leído, la he tratado. De modo tal que he aprendido mucho recorriendo el país, y he llegado a la conclusión de que no se puede gobernar esta República sin conocerla."

 Dr. Eduardo Giorlandini

miércoles, 7 de enero de 2015

Doloroso adiós a PABLO GIORLANDINI

Gentileza de AGENDA CULTURAL BAHÍA BLANCA:
Nos dejó Pablo Giorlandini

Después de meses de angustiosa incertidumbre al final, la ilusión de sus amigos, de que el destacado músico bahiense estuviera retirado en casa de alguno de ellos, se desmoronó ayer lunes 2 de febrero con la aparición de su cuerpo sin vida en el Camino Sesquicentenario.
Pablo se había iniciado en el piano con la Prof. Florencia Rodríguez Botti demostrando, como su hermano Pedro, un gran talento musical que supo ser estimulado por su madre y su padre (el Académico Eduardo Giorlandini).
Fue miembro de la "movida" de los '80 en la ciudad (primera foto -1984-).
Su primera banda, a comienzos de la década, fue Los Vegetales junto a Martín Musotto (guitarra), "El malvón" Baiono (voz), Enrique Galassi (bajo) y Juan Pablo Huisi (percusión).
Luego integró la banda Hola, con Rulo Delgado (guitarra y voz), "El Momia" Guillomía (batería), Néstor Iencenella (bajo), "Twetty" Moleón (guitarra), "El pata" Del Santo (piano) y Pancho González Coca (percusión).
Mas tarde vendrán los grupos Timbre (junto a su amigo Martín Musotto) y Sale Con Fritas con Beto Agesta (batería), Fabrizio Pérez (guitarra) Juan Pablo Huisi (percusión) y Enrique Galassi (bajo).
También compuso la banda sonora del mediometraje La Última Jugada..
Terminando la década de los '80 integró la banda Silencio De Negra junto a Julio Moreno (guitarra), Sergio Beresevsky (batería) y Tato Gallardo (bajo).
En los '90 se trasladó a Buenos Aires donde tuvo el grupo Los Pro Fetas Del Jamón con Fabrizio Pérez (voz), Enrique Galassi (bajo), Martín Musotto (guitarra), Iván Romanelli (batería) y Juan Pablo Huisi (percusión). Y participó además en proyectos con Antonio Birabent (el hijo de Moris).
En los últimos años, en Bahía Blanca, era miembro del grupo Shindelar (segunda foto -2014-), integrado por César Maina (bajo) "El calva" (batería), Mauro Calahorra (guitarra) y Mariano González (guitarra y voz).
Ultimamente estaba trabajando con entusiasmo en su proyecto solista de música electrónica, habiendo registrado los temas y compartido el proyecto con el Ing. de sonido Sergio Iencenella.
¡Hasta siempre amigo Pablo!

Administración del Blog:
En nombre de Eduardo Giorlandini y su familia, agradecemos a todas las personas que colaboraron con la búsqueda de Pablo y acompañaron su despedida en el día de la fecha.

jueves, 6 de noviembre de 2014

"El silencio que mastica el pucho", NUEVO LIBRO DE EDUARDO GIORLANDINI

"El silencio que mastica el pucho"- Ed. EN UN FECA
En la primera jornada de la 4ta edición del Festival Nacional de Tango Carlos Di Sarli 2014 se presentó, por la tarde del jueves 02 de Octubre, el libro "El silencio que mastica el pucho" de Editorial En Un Feca. Sus autores, Carlos Benítez, Gabriela A. Biondo, Eduardo Giorlandini, Evedith A. Hosni, Mariel Estrada y José Valle, disertaron en el Centro Cultural de la Cooperativa Obrera acerca del contenido de la publicación. Allí mismo, el Centro de Estudios y Difusión de la Cultura Popular Argentina distinguió la trayectoria de Héctor Patrignani, Olga Gil y Agustín Neifert. Rubén Páez cerró el evento con conocidos tangos.
José Valle, Gaby, Carlos Benítez, Evedith A. Hosni y Eduardo Girlandini
El Dr. Giorlandini tiene una importante participación este nueva edición tanguera; de su autoría son las semblanzas y biografías de importantes artistas bahienses como Luis "Palito" bonnat, Juan Carlos Marambio Catán, Armando Lacava, Juan Carlos Cobián y "El tango en Bahía Blanca".
La publicación puede adquirirse en Henry Libros de Bahía Blanca, Alsina 27, (0291) 454-7975 / 454-9073.
Evedith A. Hosni y Eduardo Girlandini