Revista REFLEJOS Nº75
Por Eduardo Giorlandini
Barrio de Boedo |
Algunas ideas, conceptos o sentimientos, calan
hondamente en espíritu de los seres humanos; nos hacen creer cosas que, bajo
ciertas circunstancias, son ciertas. En otra hipótesis nos crean intuiciones
emocionales o intelectuales y, también, nos conducen a la verdad. Sin embargo, no
es dable absolutizar, porque todo es
relativo, salvo Dios, para el creyente.
¿Qué pensamos del barrio? Las opiniones son diversas
y cada uno aporta semillas de verdad.
El barrio tiene una larga historia. Hay quienes
están tocados por la canción popular y creen que el barrio sigue siendo el
mismo, a través del tiempo, porque la canción, antigua, no ha cambiado y se
sigue escuchando tal como se escribió hace un siglo.
Decimos que el barrio presenta un itinerario
prolongado en el tiempo porque como institución social vive desde la antigüedad
y también la palabra, aunque en numerosos textos se identifica la palabra
“barrio” con “arrabal”, con la periferia o la zona suburbana, o sub-rural.
El barrio es una comunidad, una suerte de distrito
político-administrativo, y es parte del arrabal, de la periferia o puede serlo
del centro de una ciudad; es decir, el barrio puede ser céntrico, o suburbano, o urbano, en las
afueras del microcentro o del centro.
Ha servido de circunscripción, con fines
electorales; me refiero al sistema de circunscripciones, en el cual la gente
elige a los vecinos que conoce, que trata a diario, que es reconocido cara a cara.
Porque el barrio, con sus límites correspondientes,
puede ser creado por los órganos
públicos, como un concejo deliberante; pero el barrio real, es el que se va
formando lentamente por el comportamiento individual y colectivo de sus
pobladores; con el trabajo cotidiano, con los sentimientos que se van
estableciendo, con los afectos y solidaridades expresadas en los hechos, por
los vínculos sociales y familiares que se van creando gradualmente; con ciertos
emblemas, como en casos es el club futbolero que nos representa y al que adherimos
porque forma parte del barrio, como dije, una comunidad que con los años va
ganando cierta personalidad que lo distingue, incluso por valores que son
propios u otros valores que son comunes, en casi todos los barrios. Más, todo
esto no es rígido o dogmático, por el contrario, es flexible y respeta a la
persona humana en sus gustos y sentimientos. Hablo por alguna pequeña
experiencia; en el barrio de Boedo uno puede ser boedense
leal y consecuente y puede ser hincha
de otro club que no sea San Lorenzo; lo
mismo en Almagro, porque ambos barrios tienen una historia común; Boedo
es algo así como un desprendimiento de Almagro y, sin embargo, hay comunes denominaciones en
esos dos barrios. Como en todo barrio, cada uno tienes rasgos propios y otros que no lo son, que son
comunes con los de otras barriadas.
Como lo expresé, el arrabal es prevalentemente la
periferia, los alrededores, el suburbio –o la suburbia, según también se ha
escrito-. Hay estudios, hay historias escritas
sobre el arrabal en la antigüedad remota.
En la antigüedad argentina, el arrabal se fue formando de a poco con la permanencia en ese sector de
aborígenes que eran pacíficos; después llegaron los africanos y sus
descendientes, ya libres o no; más tarde los gauchos y paisanos pobres de la
campaña, o evasores de líneas de frontera, que evadían pues estaban sometidos a
un sistema de vida subhumana; finalmente los inmigrantes, aclarando que las corrientes más importantes de inmigrantes
fueron españoles, italianos, árabes, judíos. Aunque muchos volvieron a sus
países de orígenes, los que se quedaron se afincaron el barrio, en
los barrios, conventillos, ámbitos rurales y en las ciudades del interior,
realizando todo tipo de actividades, integrándose a la sociedad argentina.
Se asimiló, un siglo atrás, al barrio con la mala vida. Es verdad que,
por excepción, hubo barrios con gente marginal y no siempre delictiva, por
cierto, como el llamado “barrio de las latas”, o “barrio de las ranas”, o “la
quema”, donde había hampones y
prostitutas, o el barrio llamado “Tierra del Fuego”, donde un caudillo
manifestó que tenía todo lo que necesitaba para la vida: cárcel, hospital y
cementerio.
Finalmente, es obvio, que el barrio sigue siendo una gran institución social,
fraterna y solidaria.
NOTA DE LA REDACCION: El Dr. Eduardo Giorlandini nacido en Bahía Blanca es abogado, profesor
universitario, miembro de la Academia Porteña del Lunfardo, autor de numerosos
libros, escritos periodísticos, investigador
y autor de muchas canciones
populares. Sin duda, el tema del barrio
y el arrabal es atrapante y tiene múltiples facetas, particularmente vinculadas
con el tango y sus letras. Inolvidable el tango “Melodías de Arrabal”, con
música de Carlos Gardel y letra de Alfredo Lepera (1932):
“Barrio…barrio /que tenés el alma inquieta / de un gorrión sentimental”… Antes
de esa fecha los poetas Celedonio Flores
en 1919 y Homero Manzi en tiempo del año
40 aluden al tema, sin contar los innumerables tangos. Por ello le vamos a
solicitar al Dr. Giorlandini, erudito en la materia, quiera honrarnos
enriqueciendo nuestra publicación con una
nota sobre la incidencia del tango con el barrio.
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