lunes, 30 de abril de 2012

EL TANGO ROMANZA, Juan Carlos Cobián

Es normal, corriente y natural, que, no pocas de las parcelas culturales en la hipótesis de la música, se transformen -lenta o vertiginosamente- mejorando y perfeccionando su contextura.
Veamos el caso del tango, donde ello ha tenido lugar en gran parte por las motivaciones de los protagonistas y hasta, puede decirse, por una suerte de consenso colectivo.
Desde los orígenes y hasta principios del siglo XX, lapso calificado de "primitivismo", no había formas orquestales más o menos ingentes y creadoras de componentes enriquecedores del género que, aunque estaban integradas por pocos ejecutantes, innovaron.
El evolucionismo tanguero generó fenómenos, en casos llamados "revoluciones" y, en supuestos, algo un tanto menos que la revolución, lo que algunos, fundadamente, denominaron "tango romanza", del que Juan Carlos Cobián habría sido uno de los principales impulsores. "Salomé", escribe José Gobello, de 1917, es la "expresión inicial del tango romanza"; luego llegaron otros y, así, recuerda el mismo Gobello: "Había nacido el innovador estilo Cobián, que tuvo legión de admiradores pero también acérrimos detractores, entre éstos alguno tan ilustre como Francisco Canaro, tenaz en su negativa a interpretar los tangos de quien, a su parecer, traicionaba la esencia del género".
Sin poseer los conocimientos y certezas propios de un musicólogo tanguista, digo que una es la opinión de un maestro como Canaro y otra la de la gente, en la cual interviene el sentimiento del buen gusto o la no aceptación; el público lo recibió en todo tiempo con profundos reconocimientos y esto fue obra del talento, el academicismo, la conexión del espíritu del Maestro Cobián con el espíritu del pueblo y la circunstancia nacional que nos vincula a la "ciencia de la vida", más que el folclore (saber del pueblo); asimismo, el nuevo rol del piano más allá de la simple marcación del ritmo; el arreglo, la armonía y la melodía, florecidos y despertadores de nuevas emociones, no solamente por la música sino también por las letras románticas, paisajísticas y entrañables del alma.
Es decir, buena música y buena literatura, para bailar y escuchar. De tal modo, el arca musical de la Argentina, y el arcón del mundo reverdecieron; un pequeño brote propio, nuestro, que dio el inicio del tango en un proceso de elevación, como música clásica, nacional argentina.

miércoles, 28 de marzo de 2012

DISCÉPOLO ATP

En la tarde de ayer se realizó un emotivo homenaje al visionario Enrique Santos Discépolo, autor, compositor, dramaturgo y -quién podría negarlo- gran filósofo del siglo XX.
Foto publicada por diario La Nueva Provincia (28/03/2012) 
La cita fue en el auditorio de la Cooperativa Obrera de la ciudad de Bahía Blanca sito en Zelarrayán 560. La propuesta de Dandy Producciones para el Ciclo Bahía Blanca No Olvida versaba sobre música del artista en vivo y la proyección de un documental sobre su vida y obra. “Estoy sorprendido por la respuesta del público y la amplia concurrencia de jóvenes. No imaginé que esta propuesta tuviera tanto éxito y atrajera tan variadas generaciones”, expresó José Valle, productor del evento.
La apertura musical y conducción estuvo a cargo de Gaby, La Voz Sensual del Tango, quien eligió los tangos Secreto, Sin palabras y Mensaje de Discépolo para compartir con los presentes. “Traté de cantar tangos que no se encontraran en el documental y que concordaran con mi estilo. Quizás el más alejado a la temática y estética de mi repertorio sea Sin palabras, estrenado por Libertad Lamarque en la película Romance Musical, por su estilo estridente y agudo, pero quise incluirlo porque era una forma de mostrar distintos tipos de tangos que escribió el poeta. Secreto (historia de un hombre que lamenta haber destruido la vida de su familia por una relación paralela que no puede terminar) lleva música y letra de Discépolo, Sin palabras fue musicalizado por Mariano Mores (tango que trata sobre el dolor por el amor perdido) y Mensaje tiene música de Discépolo pero letra de Cátulo Castillo. Este último en particular es mi preferido, es un mensaje que Enrique dedica a Tania desde el cielo; según el autor de la letra, Discépolo mismo se la dictó en un sueño. Me pareció una linda forma de demostrar su ductilidad para la composición y la poesía, su capacidad de adaptación a los distintas temáticas y contextos. Claro que su faceta social y sensible al dolor ajeno quedó más que bien expuesta en la película exhibida”, dijo la cantante emocionada por la amplia concurrencia y la buena respuesta de la gente frente a la propuesta.
Dentro del show musical hubo un merecido reconocimiento al periodista Roberto Oña, quien además de haberse dedicado al periodismo gráfico, es conductor de un programa radial Folklore Dimensión 2000 en Radio Nacional Bahía Blanca, al aire desde hace más de 10 años, y autor le letras de canciones como Misterios de sur y hielo musicalizado por Eduardo Falú, referido a la Antártida -objeto de gran admiración para Oña. El reconocimiento a la trayectoria fue entregado por José Valle en nombre del Centro de Estudios y Difusión de la Cultura Popular Argentina (CEDICUPO) por la labor realizada en pos de la cultura nacional.
Otro protagonista de la tarde, y asiduo colaborador de Dandy Producciones en sus emprendimientos, fue Eduardo Giorlandini, quien leyó una poesía que dedicó a Discépolo.
Foto publicada por diario La Nueva Provincia (28/03/2012) 

La proyección del documental fue de aproximadamente 50 minutos que fueron disfrutados por el público con sonrisas, curiosidad y algunas lágrimas ya que en el mismo se reflejaron los grandes logros del artista, su amor por el prójimo, su preocupación por los caminos de su país en la primera mitad del siglo y también su gran tristeza padecida en los últimos años de vida, cuando su adhesión al peronismo -abierta y frontal- le legó injustos desprecios y odios no merecidos. “Él no podía soportar que no lo entendieran, que a otros se lo hubieran perdonado y a él lo juzgaran… y un día dejó de comer”, así relató el final del artista su amigo Osvaldo Miranda, quién concluyó  diciendo “No sé cuándo, pero un día lo voy a encontrar, y me va a decir: linda hora de llegar, eh”.
Bahía Blanca realmente no olvida a quienes hicieron grande la cultura popular, y así lo demostró la gente de todas las edades que se hizo presente en este homenaje, para alimentar el recuerdo, como  acompañando las palabras de Homero Manzi: “…Vamos, que todo duele, viejo Discepolín”.


martes, 27 de marzo de 2012

DISCEPOLÍN

Por Eduardo Giorlandini

DISCEPOLÍN

Fueron días y noches de encierro
en antiguos tiempos de sombras
en el cuarto, tan pequeño y solitario
tu mundo, sin juegos y sin hondas.

Después, al doblar la esquina, yendo al centro,
te astiyó el dolor profundo de los otros,
en la misma calle, el mismo espectro,
el mismo café, el sentimiento eterno

que anidó en tu cuerpo como Cristo roto.
Sublimaste en letras tu sentir tanguero,
el numen, la hondura de tu estro,
la empatía, la fe desde tu canto bronco.

Dejaste, así, precioso testimonio
de utopías, de esperanzas, y tu rostro
se iluminó como antorcha, como un verso
que sembró con fervor los ideales locos.



lunes, 26 de marzo de 2012

LA NUEVA PROVINCIA: EDUARDO GIORLANDINI entre la didáctica de la libertad y las tradiciones populares

Bahía Blanca, domingo 18 de marzo de 2012"Lo que siempre busqué fue generar un pensamiento crítico"

   Ejerció la docencia universitaria por más de 40 años y, de acuerdo con sus cálculos, unos 27 mil alumnos pasaron por sus cátedras de Derecho Laboral. Además, es uno de los mayores difusores del tango, el lunfardo y las tradiciones populares, convirtiéndose en un verdadero embajador cultural de Bahía. Un Troesma, en el sentido más amplio del término, con mucho para contar.

   Con un perfil tan multifacético, donde conviven el abogado, el docente, el escritor y el periodista, entre otras actividades, ¿cómo le gusta que lo reconozcan públicamente?

   --Sin dudas como "El profe". He tenido muchísimo contacto con alumnos a lo largo de toda mi vida. Más de 27 mil, sumados los de la Universidad Nacional del Sur, la Universidad Tecnológica Nacional, el Instituto Juan XXIII, la Escuela de Médicos laboralistas, que ya no existe más, la Escuela de Servicio Social, el Instituto Superior en Ciencias de la Comunicación Social, el Círculo de Periodistas, el Colegio Pedro Goyena. Es decir, la docencia es algo que siempre me ha gustado y que, afortundamante, ha formado una parte fundamental de mi vida profesional.

   --¿Cómo fue desarrollándose su trayectoria en el ámbito universitario?

   --Entré en 1970 como ayudante en la UNS, adonde luego fui haciendo toda la carrera a través de 15 concursos docentes, hasta llegar a titular de cátedra en la materia de Derecho del Trabajo y la Seguridad Social que se dictaba, por lo general, en el tercer año de la carrera de Economía. Y antes de que me pregunte cómo era en el trato con los jóvenes, le digo que no era un profesor ni bueno ni malo (Se ríe). Siempre tuve la intención de tener una buena didáctica, de ser humanista, de respetar al alumno, de fomentar el pensamiento crítico, la autocrítica y la crítica al profesor en el aula. A los alumnos les decía que yo no era muchachista, que si los trataba con respeto y afecto no lo hacía aspirando a ningún cargo a futuro. Inclusive, le confieso que rechacé el rectorado dos veces.

   --¿Por qué?

   --La primera vez me la ofreció (Raúl) Alfonsín, al poco tiempo de la vuelta a la democracia, y la rechacé. No por él, con quien trabajé varios años en el partido radical, sino que no quería participar de la Ley de Normalización Universitaria que envió al Congreso, en la que se establecía que la elección de los rectores se iba a realizar por decreto del Poder Ejecutivo. Era una condición que no podía aceptar, en mi carácter de militante de la Reforma de 1918. Quería ser fiel con mi forma de pensar y por eso lo rechacé. La segunda vez fue a través de una entrevista que me hicieron todos los claustros, especialmente el de profesores, pensando que podía opinar como ellos en ciertas cuestiones relacionadas al manejo de la universidad. Y la verdad es que les dije cómo pensaba, sabiendo que cuando expresara mi punto de vista, no me iban a proponer. Esa fue otra forma de rechazar el cargo. Además, no era un cargo para mí, porque soy de esos tipos que creen que, a lo mejor, con dedicación pueden manejar una situación determinada. Pero me dejo llevar mucho por la vocación y la verdad es que ser rector no me generaba una motivación.

   --Lo que sí lo motiva desde siempre es el estudio del habla y la cultura popular, ¿cómo logró compatibilizarlo con su trabajo profesional?

   --Es que siempre lo entendí como algo que también tiene importancia desde el punto de vista del Derecho. Recuerdo que Juan Félix Martella, que era el titular adjunto de la cátedra cuando ingresé a la universidad y era muy técnico desde el lenguaje, siempre les decía a los alumnos: "Hablen como quieran, porque acá está el doctor Giorlandini que sostiene que el idioma jurídico es nacido del latín popular". Y es así. Es que mi interés por el origen del lenguaje surgió en la infancia, a los cinco o seis años. En mi casa siempre hubo mucho tango y, lógicamente, cuando empecé a escuchar las letras y a cantarlas, comprendí que había muchas palabras que no entendía. Era el lunfardo, algo que me gustó de entrada, y que me puse a estudiar desde entonces, por esa manía que tengo de querer saberlo todo, para después elaborarlo y asociar los conceptos. Lo que siempre busqué fue generar un pensamiento crítico, algo que fomenté con todos mis alumnos.

   --Imagino que no siempre fue fácil lograrlo, considerando las sucesivas etapas del país.

   --Le voy a responder con una frase clásica que dice "No se hace política sin pecado". Pero, ojo, hay que distinguir qué clase de pecado, porque uno grave es traicionar la propia ideología. Ahora bien, ingresé a la universidad sin estar obligado a comportarme de ninguna manera específica. Y no tuve ningún problema en los primeros años, aunque siempre fui coherente con mi forma de pensar. Los inconvenientes empezaron algunos años más adelante, en otro gobierno de facto, cuando un alumno me preguntó por los gastos reservados. Usted se preguntará cómo llegamos a ese tema en una cátedra de Derecho Laboral, y eso se debe a que soy filosóficamente estructuralista. Es decir, no me parcializo ni encaro los temas desde un punto de vista dogmático. Así llegamos a ese tema, y lógicamente les di mi respuesta, explicando cómo funcionaba el sistema de fondos. Enseguida me suspendieron la clase sin mayores explicaciones.

   --¿Por qué cree que una respuesta válida en clase se transformó en un castigo administrativo?

   --Porque comprobé que había un informante en mi clase. Era un hombre relativamente joven, bien vestido, al que, en una oportunidad, le dije: "Mire, si tiene un grabador escondido, sáquelo. No tengo ningún problema". No vino más después de eso. Pero realmente no tenía problemas en que estuviera ahí, porque siempre fui claro con mi ideología y comportamiento dentro de la universidad, con los colegas y, sobre todo, con los alumnos. Por eso, por ejemplo, no respeté la orden que nos impartieron alguna vez de no tomarle examen a los alumnos con pelo largo o barba. Para mí, primero está el respeto por las personas, como lo indica mi adhesión a la Doctrina Social de la Iglesia.

   --Considerando que comenzó a dictar clase en los años '70 y siguió hasta poco después de 2000, ¿qué cambios fue percibiendo entre el alumnado a lo largo del tiempo?

   --Mi materia siempre estaba para que yo tuviera la libertad de hablar sobre muchos temas. Porque el Derecho Laboral está hablando del trabajo, y eso es algo que cubre prácticamente toda la actividad humana, por lo que las clases siempre se prestaron a debates sobre la sociedad. Y, en ese sentido, puedo decir que el autoritarismo docente hizo que muchas veces el alumno tuviera miedo. Eso es parte del dogmatismo de algunas carreras, con profesores que pretenden que los alumnos repitan de memoria, exactamente, lo que ellos dijeron. Con ese tipo de pedagogía, no queda margen para una didáctica de la libertad tendiente a la formación de profesionales. Son aspectos que lamentablemente las universidades no contemplaron por mucho tiempo, y que se mantuvieron aun después de la Reforma del '18.

   --¿Piensa que algunos de esos vicios educativos todavía se mantienen?

   --Y sí. Imagino que, después de esto, por primera vez en mi vida me van a contestar públicamente. Pero es la realidad.

Eso sí, la respuesta no quedaría completa sin mencionar algo que me dijo hace años un presidente de uno de los centros estudiantiles, y era que los alumnos no estaban acostumbrados a la libertad de pensamiento. Y así es muy difícil cambiar. Por eso yo siempre remarqué el respeto hacia ellos, de modo que se sintieran respaldados y que no temieran ninguna represalia por cuestiones ideológicas. El docente debe ser, principalmente, un humanista. No puede ni debe alejarse de los problemas que pueda sufrir el educando. Tiene que poder colaborar con él, en la medida en que el alumno lo necesite para poder estudiar mejor.

   --Aun con estas observaciones, sé que tiene un profundo afecto por lo que significa el mundo universitario y que sigue involucrado con algunas charlas para estudiantes.

   --Cuando uno deja de ser docente, por lo general nunca más es convocado. Por suerte, en mi caso, varias veces los estudiantes y también algunos profesores me han invitado a conversar. Eso me pone muy contento, porque los mayores reconocimientos los he recibido del principal protagonista de la universidad, que es el estudiante. Y en ese caso, he tenido la posibilidad de conversar con ellos sobre algunos temas que me parecen interesantes para analizar, como el uso del lunfardo o del idioma nacional argentino, o sobre el uso que hace el poder para influir sobre el lenguaje. Mire la palabra "flexibilización", que en verdad significa "vaciamiento del orden jurídico laboral protector". Son semáticas que se modifican para justificar comportamientos políticos, y por eso es importante que los jóvenes conozcan estas cuestiones durante su formación.

   --La última, ¿qué es la universidad para usted?

   --Es una institución que promueve la universalidad de conocimientos, donde hay que abrirle las puertas a la cultura y, sobre todo, a la libertad.



Biografía 

* Eduardo Giorlandini tiene 77 años y le gusta reconocerse como un bahiense de pura cepa. "Nací en calle Fitz Roy al 500, una zona muy tanguera, cerca de donde vivían los Cobián y los Di Sarli. Incluso alguna vez también anduvo por ahí Gardel, cuando necesitó arreglar una guitarra con un luthier del barrio", evoca, siempre atento al anecdotario.

* Padre de Pablo y Pedro, y abuelo de Delfina, Eduardo está casado en segundas nupcias con la odontóloga y docente Evedith Adal Hosni, con quien comparten lecturas, estudios, charlas y amistades en las respectivas casas que tenían antes de conocerse, ambas ubicadas en el microcentro de la ciudad, a pocas cuadras de distancia entre sí. 

* Abogado egresado en la UNLP, durante casi 40 años fue profesor en la cátedra de Derecho del Trabajo y la Seguridad Social en la UNS. También ejerció la docencia del nivel superior en la carrera de Ingeniería Laboral de la UTN. Un repaso por su trayectoria, permite descubrirlo, además, como periodista, escritor, ensayista, conductor radial, libretista, músico, historiador, funcionario, investigador y letrista de canciones, como lo atestigua el tango Aguja brava, musicalizado por Edmundo Rivero.

* Entre sus muchas distinciones vale remarcar su título de "Personalidad destacada de la ciudad", concedido por el Concejo Deliberante bahiense en 2009, su membresía en la Academia Porteña del Lunfardo y su pertenencia a la Junta de Estudios Históricos del barrio porteño de Boedo. También cuenta con el rango de Educador Internacional del Centro Bibliográfico Internacional, otorgado en Cambridge, y el nombramiento concedido en 1995 por la asamblea de estudiantes de Ciencias de la Administración de la UNS, cuando fue elegido como "Mejor profesor".

* Es autor de casi 50 libros, entre los que pueden recordarse Matemáticas y Ciencia Política (1966), Parágrafos sobre la cuestión social (1973), Derecho colectivo del trabajo (1978), El pensamiento fundamental de Ricardo Lavalle (1982), Diccionario mafioso (1990), Cruzando el pago de mi destino (1995), Tango y humor (1997), Gotanfalún (1998) Hermano sur (1999), Y aquellos troesmas del tango (1999) y Ricardo Balbín, el radicalismo y la República (2002).

miércoles, 8 de febrero de 2012

JUAN CARLOS COBIÁN

(del Libro "Y Aquellos Troesmas del Tango)

Nuestro Juan Carlos Cobián

El próximo 31 de mayo se cumple el centenario del nacimiento de Juan Carlos Cobián; en Pigüé, partido de Saavedra, nació a los pocos meses de haberse radicado allí sus padres, es decir, su mamá, Silvana Coria, ya estaba embarazada.
Su padre, Manuel, lo inscribió en el Registro Civil el 9 de junio siguiente, según el acta Nº 79, del Libro de Nacimiento correspondiente al año 1896.
Ante las diversas fechas anotadas por no pocos historiadores y comentaristas del tango y ante la proximidad de la fecha correcta, en la que personas e instituciones de la zona se preparan para la recordación y los homenajes, es imprescindible destacar tales referencias, que no dejan lugar a dudas, acerca de las que tengo en mi poder las pruebas documentales (copia del acta ya citada) y los testimonios originados en antiguos comentarios del mismo Cobián.

El Chopin del tango y la romanza

Cobián fue apodado “El Chopin del Tango”. El apodo se legitima porque si Chopin fue una de las grandes figuras del romanticismo musical clásico, Cobián lo fue en el tango; además su formación fue vigorosamente influenciada por la música europea; la romanza clásica está presente en su obra, casi en plenitud (Chopin la cultivó) y su maestro fue Numa Rossotti, que había estudiado con Alberto Williams y también alumno en París de Vincent D’Indy, como lo recuerda José Gobello. Asimismo, amigo de Debussy.
Tan fuerte esa influencia que muchos tangueros aseguraban que lo que hacía Cobián no era tango. Francisco Canaro nunca quiso tocar un tango de Cobián.

El gaucho Cruz Montiel

Este fue otro de los motes chantados por los amigos de Juan Carlos Cobián. Tiene relación con su lugar de nacimiento y con una canción difundida y famosa, de Carlos Gardel, El pingo pangaré, con música de Gardel y Razzano y letra de Arístides de María. Muy frecuentemente, cuando llegaba Juan Carlos a un lugar y había varios amigos, algunos silbaba o tarareaba la melodía de ese estilo campero, cuyos versos iniciales dicen:

“En un pingo pangaré con un freno coscojero,
buena raza, buen apero
y en dirección p’ al Pigüé
va el paisano Cruz Montiel...”

Era una alusión a Cobián y al lugar de su nacimiento. Pero además, otra característica: igual que al personaje de la letra, le gustaba llevar camisa bien planchada y un clavel en ocasiones. En la letra:

“Oriyando la cañada, 
con camisa bien planchada,
puñal de plata en el cinto,
un clavel rojo retinto
y botas fuertes lustradas”.

La casita de mis viejos

Tal el título de uno de sus tangos famosos, que tanto apreciamos los bahienses. Aunque no sea exactamente la letra el fiel reflejo de una realidad, lo cierto es que Cobían vino con sus padres a Bahía Blanca siendo niño y vivió su niñez y parte de su juventud en la casa de la calle Moreno Nº 310, cuando el barrio era tranquilo, la novia vivía a la vuelta y la pasión del tango lo puso en el tren rumbo a la ciudad donde atiende Dios, junto a otros dos pibes de más o menos 17 años, también de nombre Carlos: Di Sarli y Escobar.

Personalidad

Juan Carlos Cobián -pianista, compositor y director-, que recibió el vigoroso influjo de la música clásica a través de su Maestro Numa Rossoti, trasladó su formación musical a la estructura del tango, generando un cambio revolucionario, al incorporar los frutos de un innegable academicismo y del buen gusto musical para crear un tango arromanzado con reflejos de la romanza francesa y del sur de Italia, no desvinculada de la música clásica.
Fue, como lo escribió Horacio Ferrer, una “personalidad capital en la evolución creadora del tango”(1).
Enriqueció su esencia pero le cambió la fecha y el ambiente. Salvo excepciones, de cualquiera de los tangos de Cobián, podríamos hacer la definición de la letra de Mario Castro (tango con música de Julio De Caro), El malevo, improntada en los primeros versos:

“Sos un malevo sin lenguaje,
sin pinta ni compadrada, 
sin melena recortada,
sin milonga y sin canyengue”.

¿El desconocido Juan Carlos Cobián?

Enrique Cadícamo escribió su biografia, titulada “El desconocido Juan Carlos Cobián” y, a decir verdad, es mucha la gente que se pregunta: “¿Desconocido?”. Más todavía si se trata de bahienses. Seguramente en la vida de todo ser humano hay gran cantidad de hechos y circunstancias ocultos. También en Cobián y a ellos ha querido referirse don Enrique.
Pero aquí, en Bahía Blanca, Cobián ha sido siempre reconocido, querido y memorado, en todo tiempo, no solamente en los aniversarios.  Como se sabe, nació en Pigüé y allí vivió sus primeros meses o años. El 10 de diciembre de 1995, Juan Carlos Sirimarco, inauguró, con motivo del aniversario de la muerte de Cobián, el Museo Privado de Tango “Juan Carlos Cobián”, en la localidad de Pigüé, lugar de nacimiento, partido de Saavedra, en la provincia de Buenos Aires. Luego de innumerables comentarios periodísticos y difusión de sus temas, tienen hoy el homenaje de la Peña que lleva su nombre, presidida por el Maestro Hugo Marozzi.

La verdadera fecha de nacimiento

Cobián fallece a los 57 años de edad, el 10 de diciembre de 1953. Había nacido el 31 de mayo de 1896. La mayoría de quienes se ocuparon de mencionar esta fecha de nacimiento no lo hicieron correctamente, seguramente por motivaciones excusables.
Horacio Ferrer dio el 31 de marzo de 1896.
Tomás de Lara e Inés Roncetti de Panti, en El tema del tango de la literatura argentina, en las dos ediciones, dan por nacido a Cobián en 1895 y esta fecha fue repartida por la prensa escrita, según las fuentes hemerográficas a nuestro alcance, cuando ya Juan Bautista Devoto, había remitido texto del acta de nacimiento y publicado en forma mecanografiada por dicha corporación.

Igualmente, en el álbum Los hombres que hicieron historia.
Recientemente obtuve fotocopia del acta respectiva de la que surge la fecha correcta (31 de mayo de 1896); según el acta nació a las cuatro de la mañana. Su padre, Manuel, era español y tenia 35 años de edad cuando fue a inscribir a Juan Carlos, en el Registro Civil, el 9 de junio siguiente. Su madre, Silvana Coria, era argentina y al nacimiento de Juan Carlos tenía 27 años de edad, según el acta.
Dado que se han mencionado varias fechas de nacimiento, no es superfluo  señalar que lo más probable es lo que dice el acta. Se afirma que en aquel entonces el padre demoraba la inscripción del nacimiento, la que se hacía en casos mucho tiempo después, pero en dicho instrumento aparece su padre compareciendo a los pocos días, siguientes al nacimiento de Cobián.
Cuando el matrimonio llegó a Pigüé la mamá estaba embarazada. En ese año, 1896, había rumores de un conflicto armado con Chile y 4.800 jóvenes son convocados a prestar servicio militar en Curumalal. Era la primera conscripción argentina. Su padre, que era comerciante, intuye que en Saavedra y en la zona se abriría un importante mercado de consumo y va a radicarse a Pigüé, con un almacén de ramos generales. Su esposa, como expresé líneas arriba, ya estaba embarazada y Juan Carlos nace allí. Según Hugo Orlando Pippo, tres años después vuelve con su familia, Manuel, a Bahía Blanca, al disiparse los vientos de guerra.
El pibe de la calle Moreno

En otras fuentes, distintas a la información proporcionada por Hugo Orlando Pippo, quien realizó muy buena investigación periodística sobre ese y muchos temas de tango, se señala que Juan Carlos vino a Bahía Blanca, cuando tenía cinco años de edad y no tres.
Lo cierto es que vivió su niñez y adolescencia en dicha ciudad, en la calle Moreno nº 310, que inspiró el tema La casita de mis viejos.
A los 7 años de edad inició sus estudios en el Conservatorio Williams -filial Bahía Blanca-, egresando en 1911. Poco después se radica en Buenos Aires (7), al no soportar continuar habitando el hogar, por la muerte de su madre; cuando deja la casa paterna, en 1913,  tenía 17 años de edad.

El maestro de Cobián

Numa Rossotti, maestro de Cobián en el Conservatorio Williams de Bahía Blanca, nació en la ciudad de La Plata, el 2 de junio de 1889 y murió en la misma ciudad el 9 de junio de 1955.
Numa Rossotti había estudiado con el maestro Williams, afirma José Gobello. Y señala, que tenía apenas 18 años de edad cuando el Maestro lo envió a dirigir al Conservatorio, abierto en Bahía Blanca, en el año 1907.
Allí Cobián aprendió teoría, solfeo, composición, armonía, quizá contrapunto y piano. En 1911, Rossotti viajó a París, donde fue alumno de Vicente D’Indy, Louis de Serres y Guy de Lioncourt, en la Schola Cantorum. En París se contó, junto a Guatero, Piaggio, Merediz, López Buchardo, Curatella Manes y otros, entre los fundadores de la Asociación de Artistas Argentinos.
Vicente D’Indy había sido alumno de César Frank. Menciona también el Presidente de la Academia Porteña del Lunfardo, don José Gobello, citando a Enrique Cadícamo, que Cobián dedicó su tango A pan y agua a Rossotti enseño a Cobián técnicas de avanzada, tanto que sus músicos se quejaban por incomprensión de los textos o de ciertas partes de piano escritas audazmente. 
Pero además recibió de Rossotti cierto delicado buen gusto.

A Buenos Aires, la reina...

Cuando Juan Carlos parte, desde Bahía Blanca y hacia Buenos Aires, lo hace en tren con otros dos Carlos: Di Sarli y Escobar (este último también pianista, autor del tango Hasta el cardo tiene flor.
Cobián comenzó como pianista de acompañamiento en el cine Las Familias, de la calle Santa Fe, en plena adolescencia. En 1913, hizo sus primeras armas en el tango, integrando, en el lugar de Roberto Firpo, el quinteto de Genaro Spósito, cuando “El Tano” -apodo de Spósito- actuaba en los cafetines de Leandro 
Alem. Dio a conocer por entonces sus primeros tangos: El botija, El orejano y El motivo... que fue 
estrenado en el Cabarete Monmartre por Arolas, a cuya orquesta pasó a tocar junto con Spósito en 1917. Integró fugazmente un terceto con Julio Doutry y Ricardo González, para alternar inmediatamente en calificados conjuntos que compartió junto a Fresedo, Francia, Roccatagliata, Thompson, Julio De Caro y otros.
Es interesante relatar cómo se produjo el reemplazo de Roberto Firpo por Juan Carlos Cobián. 
Sucedió esto en 1913 -como lo puntualicé más arriba-, cuando Juan Carlos tenía 17 años de edad. La empresa Armenonville -que era la misma del Royal y del Pigall, como lo refirió Gobello- decidió contratar al quinteto del bandoneonista Genaro Spósito -el Tano Genaro-, que tocaba en el Bar Iglesias, de la calle Corrientes, frente al que ahora es el Teatro Municipal General San Martín, pero finalmente no contrató al quinteto sino a su pianista, Roberto Firpo, que tenía 29 años de edad. Cobián, tenía 17 años y estaba trabajando en el citado cine Las Familias, de la calle Santa Fe.
En el año 1917 se produjo una recreación histórica, muy importante en el tango. Se inaugura el tango-canción, es decir el tango para ser cantado y además tiene lugar la afirmación del tangoromanza. Enrique Delfino, desde Montevideo, con Sans Souci y Juan Carlos Cobián, con Salomé, desde el palco orquestal del Cabaret “Armenonville”, de Avenida Alvear y Tagle, frente a la vieja cancha de River Plate, en circunstancias en que los bacanes nocheros, como lo señala Luis Adolfo Sierra “preferían escuchar sus tangos predilectos desde las mesas lujosas humedecidas con legítima champagne francés, a incursionar en la pista con atractivos francesitas contratadas para bailar tangos”. Además de Salomé, que no registra versiones discográficas de la época, compuso Cobián por entonces otros tangos de estilo romanza. Uno de ellos no tuvo título largo tiempo. A comienzo de los años veinte fue incluido en el libreto del sainete Los dopados, de Doblas y Weisbach, que le acoplaron una letra intrascendente, soportando el molesto apelativo del mencionado episodio teatral y postergando así su consagración hasta comienzo de los años cuarenta, en que Enrique Cadícamo le compuso los inspirados versos definitivos, ahora Los mareados, que Pichuco y Fiorentino inmortalizaron desde el ‘Tibidabo’ de la calle Corrientes”.
De acuerdo con Ferrer: “A diferencia de otros compositores importantes de ésta (se refiere a la generación del 1910, como Arolas, Martínez, Bardi, Canaro), que recrearon con toda originalidad el espíritu de los viejos tangos con sabor a frontera urbana y reminiscencias de milonga, de vidalita y estilo (con los cuales coincidió nada más que en dos páginas: El motivo y La catanga), plasmó su obra bajo la influencia más directa de la música europea. En lo formal, la gravitación de la romanza francesa; en lo temperamental, su infalible instinto de la belleza musical; en lo espiritual, la riqueza de su inventiva, fueron características de su estilo...”

Dos vertientes tipológicas     

Reitero un concepto: una vertiente es el tango cantable y la otra el tango romanza. El estilo o línea de Cobián es decididamente lírico o arromanzada, la más notoria de la historia del tango y su producción tienen mucho que ver con las creaciones que posteriormente formalizó con el poeta Enrique Cadícamo.
“...contribuyó a gestar toda una tendencia en la cual se rindió culto a un melodismo de primer orden y en la que inscribieron luego sus tangos Francisco Julio de Caro, Lucio Demare, Eduardo Pereira, Pedro Laurenz, Enrique Villegas, Aníbal Troilo, Antonio Rodio, Alfredo Malerba”.
Cobián había empleado un lenguaje musical más elevado que el que se conocía entonces. “...un lenguaje en el que nada quedaba del canyengue y en el que se asomaban rachas melódicas transoceánicas”. Algunos negaban -reitero- la condición de tangos a las obras de Cobián. Canaro se negó invariablemente a ejecutar tangos de Cobián.
Cobián fue el primer vanguardista del tango. En 1930 obtuvo éxitos resonantes. Su ocaso comenzó en los bailes de carnaval de 1937, realizados en el Politeama. Tenía 41 años de edad.
¿Qué es el canyengue que Cobián no quiso? Se identifica por figuras rítmicas dentro de la interpretación orquestal del tango. Se hace sobre pocos compases. Un instrumento (o varios) toca el tema y otro (u otros) marca a contratiempo. La percusión se hace con los mismos instrumentos (golpes con la palma de la mano en la caja del contrabajo o con el arco cordal del mismo; con el arco o con los dedos en la caja del violín; con el taco del arco imitando a la “lija” o con los dedos en las cajas armónicas o en los teclados del bandoneón. El creador del canyengue fue Ruperto Leopoldo Thompson, en la orquesta de Francisco Canaro, de 1916.
Thompson fue guitarrista y contrabajista (uno de los mejores contrabajistas de todos los tiempos, según Ferrer). Hombre de color. Actuó con Arolas, Canaro (Francisco), Fresedo y Cobián.
Tenía notable sentido rítmico, contribuyó a incorporar el contrabajo en la orquesta y fue el creador de recursos rítmicos y de efectos que hicieron escuela. Empleó la caja del bajo para la percusión y el canyengue (combinación de golpes a contratiempo en la caja y el encordado, falleció en 1925.
Relata Julio De Caro que el negro Thompson concebía agregados al segundo, que ubicaba sobre su parte repartida ya en el atril. Todo cabía en la riqueza de su creación: saltellatos en el arco, pizzicatos, glizzattos, candombes y demás fiorituras, ya fuese pasar su mano por la tapa trasera o viceversa; “en efectos muy especiales, metaformoseando el instrumento tal cual un tamboril, al golpearlo emitiendo éste diversas tonalidades opacas”.
Tenía sorpresivas ocurrencias. Una vez, tocando Sobre el pucho se colocó un pequeño sombrerito y un pucho en la boca y cantó la letra girando en derredor de su instrumento. En el tango El monito fue ovasionado al reproducir los gestos del monito: morisquetas, saltos, rascadas y gritos.

Precisiones de Luis Adolfo Sierra

Glosaré, seguidamente, algunas precisiones de Luis Adolfo Sierra, pero además me remito a la citada fuente.
El tango nace exclusivamente como danza popular y procedente de muy dispares fuentes de origen.
Existe un proceso de evolución musical del tango. Correspondió a Cobián “la feliz e invalorable contribución de crear formas instrumentales del tango en relación artística con los métodos ya adquiridos por la composición del género”.
Antes, las formas interpretativas eran uniformes, por las limitadas posibilidades de los primitivos cultores, pero las creaciones tenían grandes valores y dimensiones. Predominaba el carácter intuitivo de aquellos “pioneros ejecutantes, músicos ‘orejeros’, casi sin excepciones que carecían de la más elemental formación académica...”.

¿Qué crea Cobián?
1) La décima arpegiada en la mano izquierda del piano.
2) Rellena con dibujos agradables en los bajos el vacío de los claros melódicos.
3) Por consiguiente, crea el acompañamiento armonizado del piano en las orquestas del  tango.
4) En el aspecto de la composición define una tendencia original y novedosa conocida por “tango romanza”, influencia de la romanza francesa y según opinión del mismo Cobián, del aire del romántico mandolín de la canzoneta napolitana.
El tango generó así dos vertientes: el tango canción (para ser cantado) y el tango romanza (tango de salón para ser escuchado).
5) Propone un cambio para el aprovechamiento sonoro de los instrumentos, en la orquesta: un sexteto de dos bandoneones, dos violines, piano y contrabajo, “que es la combinación tímbrica más expresiva y representativa de cuantas se hayan experimentado en más de sesenta años de evolución instrumental. La iniciativa de la distribución de los instrumentos por sectores de la inventiva creadora de Juan Carlos Cobián. Los ya tradicionales solos del piano de ocho compases escuchados con renovada expectativa, los contracantos de los violines, las intervenciones en primer plano de los bandoneones, y hasta el tratamiento del contrabajo aportando solidez de una base rítmica adecuadamente ubicada”.
Todo ello pertenece a Juan Carlos Cobián.

Boletos de ida y vuelta 

Un día Cobián comenzó sus viajes prolongados. Primero, fue a Córdoba, donde toca en el Bar Victoria con Arturo Bernstein, Tito Rocatagliata y Ciriaco Ortiz.
En 1922, comienza con Osvaldo Fresedo las grabaciones importantes; a su orquesta pertenecen Maffia y Julio De Caro. Después se va a Nueva York, alternando el tango con el jazz y regresa en 1928, formando un grupo con el violín de Vardaro y la voz de Fiorentino, grabando nuevamente en Víctor después de haberlo hecho en Nacional Electra (ya había grabado en Víctor con Fresedo y también en su propia orquesta). En el Teatro Avenida conduce una agrupación de jazz. 
Excursionó en Europa y en Brasil.
Fue pianista del Cuarteto Vocal Buenos Aires y del Trío Nº 1, con Ciriaco Ortiz y Cayetano Puglisi, ante los micrófonos de Radio El Mundo.
Los viajes de Cobián y, a veces, la prolongada estadía en determinado sitio, como los viajes de Gardel, a lo mejor no favorecieron encuentros de los que surgiera una mayor atención del Morocho, que no alcanzó a aprovechar la cosecha de tangos de Cobián, excepto Pobre paica (El motivo), con letra de Pascual Contursi, y Mi refugio, con Pedro Numa Córdoba.
Por un lado causa extrañeza y, por otro, dolor, el no aprovechamiento de algunos temas. La casita de mis viejos llegó al público rápidamente, en 1931, en la apagada voz de Itala Ferreira, un cancionista brasileña de la compañía revisteril “Tro-lo-lo”, de Jardel Jercollis, en el desaparecido teatro Buenos Aires, de la calle Cangallo. La primer grabación es instrumental, por el famoso sexteto de Julio De Caro, en 1931.
En 1936 trabaja con su orquesta en la sala se calle Florida “Charleston”, donde estrenó Nostalgias, el más famoso de sus tangos. Al año siguiente anima los bailes de carnaval del Teatro Politeama y es solista en LR1. Después, cinco años en Norteamérica y regresa en 1943, reapareciendo en Radio El Mundo y en la grabadora Víctor.
Cobián se había refugiado en su departamento de la calle Montevideo. Su concepción tanguera perdió vigencia. A lo largo de muchos años todos los viernes se reunía con sus amigos en la cantina de San Luis y Jean Jaurés, donde una noche dijo a sus amigos que el tango estaba irremediablemente desplazado por la estridencia del ruido y contra éste la música lleva la de perder.

APÉNDICE: Obras de Juan Carlos Cobián
Almita herida
Juan Carlos Cobián y Pedro Maffia
A Pan y Agua
Biscuit
Bohemia
Cambio de Vida
Carnavales de mi Vida
Carnes y Uña
Como un Sueño
Divagando
Dolor Milonguero
El Botija *
El Cantor de Buenos Aires
El Gaucho
El Motivo
El Orejano
El Único Lunar
Es Preciso que te Vayas
Flor de Loto / Hambre
La Casita de mis Viejos
La Catanga
Ladrón
L’Adivina (o La Adivina)
Lamento Pampeano / La Reyna del Arrabal (+)
La Silueta
Letanía
Los Mareados (¿Los Dopados?)
Los Piropos
Madrigal / Mal Camino
Juan Carlos Cobian(a las derecha) en 1953
Mario (luego Dolor Milonguero)
Mi Refugio (ver xx)
Mosca Muerta
Mujer
Muñeca Cruel
Nieblas del Riachuelo
Nostalgias
Pico de Oro
Reo
Salomé
Sea Breve
Shusheta
Snobismo
Una Droga / Vení, Vení
Viaje al Norte

Enlaces de interés para escuchar y ver:
Troilo, Francini, Grela, Salgán y Díaz juntos- Homenaje a Juan Carlos Cobián 1958
"LOS DOPADOS" Juan Carlos Cobian, Agesilao Ferrazzano y Roberto Diaz 1927
Juan Carlos Cobian - Francisco Fiorentino - Charlatan
ORQUESTA JUAN CARLOS COBIAN - LAMENTO PAMPEANO
Osmar Maderna Solo de Piano INÉDITO La Casita de mis Viejos

domingo, 8 de enero de 2012

Nuevo Homenaje en Bahía Blanca al Señor del Tango: CARLOS DI SARLI

El sabado  7 de enero a las 10,30hs en la plazoleta  sita en la intersección de las calles Yrigoyen y 12 de octubre de la Ciudad de Bahia Blanca se llevó a cabo el descubrimiento de una plaqueta con imágenes del genial pianista y la descripción de su vida y obra, en el busto que lo  inmortaliza. Estuvieron presentes el Subsecretario de Coordinación Silvio Rauschemberger, el miembro del Instituto Cultural Guillermo Goicochea , el mentor del ciclo “BAHIA BLANCA  NO OLVIDA” y productor de este evento Jose Valle, el decano de los periodistas Bahienses  Norman Fernández, Eduardo Giorlandini, Evedith  Hosni, Martha Susana Duca de Di Sarli, Antonio Germani, Mariel Estrada, Roberto Valverde, Ruben Cordi y Juan Carlos Polizzi entre otras destacadas personalidades del quehacer cultural y público admirador de la obra del “Señor Del Tango”. La conducción del evento estuvo a cargo de la cantante GABY “La voz sensual del Tango”.
Una vez descubierta la plaqueta tomó la palabra el Dr. Giorlandini quien recordó su infancia y los tiempos en que su casa estaba a pocas cuadras de la de grandes del tango bahiense como Armando Lacava, Juan Carlos Marambio Catán, la casita de mis viejos de Juan Carlos Cobián y Carlos Di Sarli. Retraído a ese tiempo e imaginando el paisaje bahiense que su padre (contemporáneo de Dei Sarli) le había retratado evocó una de las obras más sentidas del maestro: “Nido gaucho, una historia de amor que se quiere eterno y tiene una explicación. Carlos Di Sarli le contó a Héctor Marcó, como hizo Cobián con Cadícamo para escribir la letra de La casita de mis viejos, sobre la morada y el lugar suburbano o subrural donde trascurrió su infancia y su juventud”.
Luciendo su color de esperanzaviste el campo su plumaje,y el viento hace vibrar sus cordajesen los pastos y en la flor.
Yo tengo mi ranchito en la loma
donde cantan los zorzales...
Margaritas y rosales han brotado para vos,
porque un día será ese nido gaucho
de los dos.


“Yo me crié a la vuelta de la casa donde vivió Di Sarli –continuó Giorlandini- en una calle paralela a la entonces Buenos Aires, hoy Hipólito Yrigoyen; a pocos metros, el Napostá, hoy entubado. Mirando desde uno de los lados de la plaza Rivadavia, hacia la casa de Di Sarli se veían las lomas, todavía, hace setenta años. Trasponiendo el arroyo, estaba el campo, a ocho cuadras del centro.

“Valga la aclaración: el 8 de enero de 1903 el padre de Carlos inscribe el nacimiento en el Registro Civil, ocurrido en el día anterior en su domicilio de San Martín 48, a la una de la mañana. En San Martín 48 se hallaba la puerta de entrada al domicilio; en la misma calle, en el número 44, la entrada a la armería de propiedad de su padre, Domingo Miguel. Fue inscripto con el nombre de Cayetano, no Carlos, con que el Maestro sustituyó el nombre real, legal, de la familia. En tal caso habríase trasladado luego a la calle Buenos Aires.
Fue un niño común y corriente; recibió educación en el Colegio Don Bosco y, musical, en el Conservatorio Williams, junto a Cobián. El tango se prendió a él, dándole presencia y pulsaciones en el piano, consolidando su propósito de arraigarse en la ciudad Capital, cuando a los quince años de edad escuchó a Firpo y a Gardel en el Teatro Municipal de Bahía Blanca”.

Luego de las palabras del Dr. Eduardo Giorlandini, él mismo anunció a la próxima oradora, la Sra. Hosni de Giorlandini, una gran investigadora en otras áreas y seguramente, también, su mejor alumna. Ella hizo referencia a la biografía del autor destacando especialmente la gran persona dentro del músico que habitó en Carlos Di Sarli. “Luego de muchas actuaciones en la ciudad, en la zona y en varias provincias, se radica en Buenos Aires y fue la particularidad de sus arreglos que traían el sonido de los violines como una caricia, los rítmicos bandoneones y la personalidad de la inconfundible mano izquierda del maestro en el piano lo que marcó su éxito indiscutido en la capital del tango”.

La oradora comentó también la devoción del pianista por los niños y las obras de solidaridad que tuvo para con ellos donando gran parte de sus derechos de autor para los pequeños que más lo necesitaban, haciendo concreta la responsabilidad social que creía le cabía como hombre y buen cristiano.

Expresó alguna vez Eduardo Giorlandini que “es imposible glosar su vida y obra, grande, rica y valiosa, cimiento de una música clásica nacional argentina, reivindicativa, que remoza el sentimiento, las emociones y substancias de lo que había sido el basamento fundacional del tango argentino, junto a los primeros creadores, Gardel, Cobián, De Caro, Fresedo... a partir de 1917.

“Mucho se ha escrito y expresado. Yo deseo traer a estas humildes palabras la evocación de un hombre entero, hominizado, determinado por cierto misticismo, que en su alta infancia rezó arrodillado a la vera del arroyo vecino; que en su mocedad romántica, en la primera vuelta del pago chico, lloró abrazado a las rejas de su casa.

“Hablemos de un ser con extrema sensibilidad que produjo obras e interpretaciones estéticas, alejadas de la ética utilitaria, del pragmatismo y la comercialización. Maestro en el arte, en la vida, en las relaciones humanas; generoso con todos y especialmente con los niños, a quienes donó buena parte de sus derechos de autor. Hombre de respeto, de laboriosidad; sembrador de afectos fraternos cuyos frutos espirituales y emocionales recogió en su itinerario de todas las parcelas de la vida porteña, del ambiente en que actuó su saber, su amor, su creatividad y su técnica. Admirado por Troilo y por Discépolo; Pichuco dijo que era "maestro de maestros" y se lamentó de que se llevara sus secretos a la tumba, el arcano que lo estableció como "Señor del Tango".

“Por su naturaleza especial y por su Fe, fue un ser piadoso; víctima de la difamación, no contestó el agravio; perdonó, toleró y se impuso con grandeza a la maledicencia, la envidia y la mentira.
  
José Valle, Evedith Adal Hosni, Eduardo Giorlandini y Gaby "La voz sensual del tango"
Evedith Adal Hosni, Eduardo Giorlandini, Gaby y Martha Susana Duca de Di Sarli
(sobrina política del pianista bahiense)
“Fue invariablemente agradecido y dio testimonios al respecto con hechos y obras: Milonguero viejo, lo fue para Osvaldo Fresedo, amigo y mentor; El ángel de los niños, fue la señal de sus sentimientos solidarios; expresó su gratitud, igualmente, dedicando su tango Meditación a los hermanos Fortunato y Carmelo Mattino, en contingencias difíciles para el cumplimiento de sus sueños; su agradecimiento a su ciudad se improntó en el tango Bahía Blanca”.