martes, 25 de septiembre de 2012

LA UNIÓN CÍVICA RADICAL EN LA POESÍA POPULAR


Por Eduardo Giorlandini
1.       Introducción.
El historiador Will Durant nos enseña en su muy extensa obra que en todas las civilizaciones los poetas populares y también los poetas “cultos” destinaron sus poemas a los caudillos políticos; en el Extremo Oriente, en Grecia, en Roma. Igualmente, en las sucesivas culturas, en las distintas edades; en la civilización china, en la musulmana, en la judía y en la cristiana.
Estaba presente, por un lado, el sentimiento y la afectividad –cuando no las creencias- del creador literario, pero en ocasiones se ponía de manifiesto el utilitarismo del poeta, o la vanidad del gobernante, quien en su afán excesivo de ser alabado y admirado pagaba muy bien las alabanzas poéticas.
Estas podían estar acompañadas por música o no igual que en nuestro tiempo, tal como sucede con las canciones populares contemporáneas. Inclusive, como sucedía en Grecia antigua, se realizaban reuniones en las que se escuchaban las letras cantadas.
En el tomo correspondiente a la vida de Grecia, anota Durant:

“De todo lo griego no hay cosa que nos parezca
más extraña que la música; y ello no obstante,
la música moderna (hasta su vuelta a lo afri-
cano y oriental) se derivó de las canciones y
danzas medievales, las cuales procedían en par-
te de Grecia”.

En la edad media una forma incipiente de comunicación social era la noticia cantada, relacionada con personas, hechos o circunstancias del pequeño pueblo o la pequeña ciudad; la misma característica tienen las canciones populares argentinas.
Es decir, recorriendo la historia de la humanidad, en cierto aspecto de la vida humana, pareciera que están ausentes las revoluciones y que los cambios responden a una lenta evolución; y que en otro de sus lados se suceden vertiginosamente, como en los casos de las llamadas “explosiones”, demográfica, tecnológica, etc.
Estas manifestaciones culturales se trasladaron al nuevo mundo. Se hacen notar durante la colonización y, cuando brota el espíritu de libertad con la poesía gauchesco-popular y con la poesía “cultista”, con las canciones y las payadas.
Si es que el Radicalismo hunde sus raíces en las entrañas de la nacionalidad y es la continuidad de la corriente histórica de Mayo, tomaré el momento inmediato anterior al día en que nace el Partido, formalmente, el 26 de junio de 1891.
Pero antes señalaré una particularidad relacionada con el tema. Se trata de que con el transcurso del tiempo se fue perdiendo en las zonas urbanas, en las grandes ciudades y en las megalópolis, el entusiasmo de versear para exaltar la grandeza de los hombres públicos, un poco por la pérdida de la majestad de la política, comprobada antes por la acción de hombres como Leandro N. Alem, Hipólito Yrigoyen o Ricardo Balbín, de cada uno de los que, podríamos decir, lo que escribió Almafuerte:

“Porque nadie trenzó las ideas
con mayor solidez y más gracia,
que la gracia de flor con que naces
y van, por sí mismas, tramando su trama;
porque toda labor que perdure
y al rodar de los siglos no caiga,
la sacaron así, paulatinas,
las musas ambientes del fondo de un alma”
                                                                  (Almafuerte, “La Inmortal”).
Pues, sí, ya en nuestras ciudades no se canta a los caudillos, en la Argentina. Distinto es en el interior de la República. Tomás García Giménez lo hace en Tucumán, pero con una temática que memora comportamientos contrapuestos, como quien anhela la grandiosidad ausente en la conducta del hombre público:
“Pegarse un tiro como sucediera
Del Palomar en su famoso caso?
¡Qué locura! … ¡Si ahora hay quitamanchas
Para limpiar los nombres y las manos!”.

Jorge Castañeda, en Río Negro, en “La Madre de su Patria” escribe:

“No pudo ser capitana
pero le sobró coraje
a la madre de la patria
María Remedios Valle”.

Y, en Entre Ríos, el folclorista Américo García, “El Chasqui”, con quien compartí tres canciones, recordó a Pancho Ramirez, en “Montielero Monte Adentro”:

“Es mi Entre Ríos
la federal
la de don Pancho
que canta y  baila
mi litoral”.

Me pareció necesario una introducción para expresar todo esto, que apunta a mostrar algo de la historia total y asimismo la casi desaparición de la poesía política en las ciudades y el vigente fervor nacionalista en el interior de la República, con más propiedad, en las zonas despobladas de nuestra Argentina, para luego ocuparnos de la génesis y de la evolución de la U.C.R., en el derrotero de la historia y la poesía popular.
Más todavía, hoy la temática ha cambiado. Ya no se canta al caudillo pero se exaltan otras manifestaciones de la vida política. Lo hacen también los que, en el exterior del país, están ligados a él sentimentalmente. Acabo de recibir de mi amiga madrileña Francisca Villalba Merino la letra del tango de Carlos Cano dedicada a las Madres de Mayo, en España:

“Todos los jueves del año
a las 11 de la mañana
junto a la plaza de Mayo
con lluvia, frío o calor,
te esperaré vida mía
frente a la Casa Rosada,
la espina de tu mirada
clavada en mi corazón.
Me dicen que no te fuiste, mi bien,
que te desaparecieron
que te vieron en la cuneta
cantando el yiro de Carlos Gardel,
que de pronto te esfumaste,
que te borraron del mapa,
que ni siquiera naciste,
que medio loca mamá te inventó.
Con Malvinas o sin Malvinas
grito tu nombre por las esquinas,
mientras que los Generales
se dan al tango por los portales”…

2.       La Argentina finisecular y el siglo nuevo
Por ese tiempo, el estado de crisis generó nuevas formas de pensamiento y acción, que habrían de cristalizarse en el Radicalismo. En 1874, el 12 de octubre, a los 36 años de edad, asume la presidencia de la República Nicolás Avellaneda, apoyado por Alsina y con la cuña de los “rumbeadores”, que eran los 10 gobiernos del interior que auspiciaron su candidatura.
“Rumbeador”, en la Argentina, indica buen instinto para encontrar el rumbo conveniente; escribió José Hernández, en “Martín Fierro”:

“Y hasta en las sombras, de fijo
Que adonde quiera rumbeo”.

Fortalece así una línea histórica, con ingredientes de Mayo, federalista, nacional, diversa de la corriente extranjerizante representada  por el mitrismo, que fortaleció el fraude y que inauguró la compra de votos en la Argentina.
Hay que señalar la presencia de Adolfo Alsina en el escenario, porque pertenece al tronco federal y es de hechura populista, proclive a las libertades electorales y que deja su impronta en el joven Alem.
No pocas veces el predicamento de estos caudillos se refleja en la poesía, en las letras o letrillas populares, expresadas por cantores guitarreros, en los suburbios de Buenos Aires, allí donde el paisano dejó el caballo y un poco de pilchaje, pero nunca la guitarra. De algún modo esto fue la transformación del payador en milonguero, es decir ´tocador de milongas´:

“Me juego pellejo y nombre
por el amor de mi china.
Me juego pellejo y nombre
por el amor de mi china.
Y en el fondo hay otro amor,
que se llama Adolfo Alsina”.

Quiero decir: como consecuencia de la traslación o emigración de la gente del campo a la ciudad, arrastraron también estas corrientes de migración interna a los payadores. Estos sufrieron una transformación en la ciudad; algunos siguieron con la payada y otros pocos evolucionaron hacia la milonga y tanto las payadas como las milongas cantaron a los caudillos urbanos:

“Tiempo de yunque de Alsina,
del coraje y del cuchillo
que se mostraron con brillo.
¡Gesta brava y Argentina!”

Porque si bien el paisano dejó el pingo en las afueras y entró de a pie, y a poco andar mudó un poco el pilchaje, no abandonó el cuchillo, que todavía podía servirle para alguna faena, el duelo o el entrevero. Pues, asimismo, la democracia política se fue forjando en los entreveros electorales:

“Histórica Balvanera,
de luchas electorales;
los atrios de sus iglesias
vieron batallas campales”.

Se ha dicho que las energías de Alsina sólo pudieron extinguirse con la muerte. Sin embargo, estos caudillos, como los rayos del sol, pueden morir y volver a levantarse, en el tiempo, cuando otros toman sus banderas. Alsina es el autonomista, el federalista, pero el autonomismo no fue una corriente local de la provincia de Buenos Aires solamente, pues se extendió al país.
Años después, el gobierno de Juárez Celman se entrega al despilfarro alborotador, al abandono de las pocas expresiones de virtudes republicanas subsistentes; fomenta la especulación, el juego, la empleomanía, el gasto ostentoso, y disuelve los basamentos de una vida digna, austera y decorosa. Elimina los restos de “autonomías” provinciales. Abusa del poder, como sus predecesores Mitre, Sarmiento y Roca. Y así y todo, no es tan repudiado como Mitre por algunos sectores populares. Los puros y sanos de la política finisecular argentina son Alem, Yrigoyen, de la Torre y otros, que acompañaron la gesta cívica. Pero Juárez Celman, además, fomenta la adulonería y el servilismo, impone candidaturas, somete a gobernadores y, en síntesis, da renovadas pruebas de un tipo de comportamiento político argentino. Había escrito Hernández:


“De los males que sufrimos
hablan mucho los puebleros,
pero hacen como el tero
para esconder sus niditos:
en un lao pegan los gritos
y en otros tienen los güevos.
Y se hacen los que no aciertan
a dar con la coyuntura
mientras al gaucho lo apura
con rigor la autoridá,
ellos a la enfermedá
le están errando la cura”.

Había de ser la U.C.R. la corriente política iniciadora de la restauración de la República. Habría de nacer intransigente, frente al unicato, que se transformó en uñicato, con el humor popular y en sentido figurado.
Con el país en quiebra económica y moral, crece la oposición y el 13 de abril de 1890 se realiza en el Frontón Buenos Aires un acto con gran multitud, en el que se declara el movimiento de un nuevo partido político, la Unión Cívica, bajo la presidencia de Alem (tiempo después la tanguidad incipiente no habría de olvidar este nombre, Unión Cívica, título de un tango).
Se agita en el aire la certeza de un levantamiento armado. No estaban preparadas todavía las boinas blancas, pero más adelante los versos y cantos de José Luis Bettinotti captan los momentos previos a la Revolución, las intenciones de la Unión Cívica y el predicamento de su jefe indiscutido:

“Restalle en el diapasón
de todo criollo instrumento
el preludio que es lamento
y es blasfemia y es canción;
reviente del corazón
a un tiempo el odio y el bien
en confundido vaivén
vibre en bélica elegía
el verso de Echeverría
y el rayo de Leandro Alem”.

El movimiento se inicia el 26 de julio, con la ocupación del Parque de Artillería por fuerzas cívico-militares. El frío de la mañana sobre las cabezas descubiertas de los civiles comandados por Alem, hace que se adquirieran gran cantidad de boinas blancas en un local comercial ubicado en las cercanías del Parque; según otra versión el local comercial habría sido asaltado por los revolucionarios. Esos versos del payador Bettinotti fueron incorporados a un arreglo musical, como milonga, con el título “Boina Blanca”, por Sebastián Piana, y adaptados a esta estructura musical por Homero Manzi este último fundador de FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina), en 1935. La divisa que distingue al movimiento revolucionario es tricolor: blanco, verde y rosa.
Una intensa lucha de tres días precede a la rendición de los rebeldes. Fracasó la revolución, en el hecho armado, pero triunfó al fin de provocar la renuncia de Juárez Celman a comienzos de agosto. El senador Pizarro dijo en el Senado Nacional:


“La Revolución está vencida, pero el gobierno está muerto".

El 6 de agosto de 1890 asume el vice-presidente Carlos Pellegrini, el motejado “piloto de tormentas”. En 1891 la Unión Cívica proclama la fórmula Mitre-Bernardo de Irigoyen, no sin antes haber señalado Hipólito Yrigoyen que las candidaturas es cuestión de todo el país y no de un grupo. Empero, Mitre, Roca y Pellegrini acuerdan remplazar a don Bernardo por José Evaristo Uriburu, lo que provoca la división del partido Unión Cívica: en la Unión Cívica Nacional se juntan los pellegrinistas, roquistas y mitristas; y en la U.C.R. los enemigos del contubernio, que postulan la fórmula Bernardo de Irigoyen-Juan M. Garro. De tal suerte se va formando el caudal ético e ideológico del partido secular. El raigón estaba echado. La Unión Cívica Radical nace el 26 de junio de 1891, y el 14 de agosto de 1891 se constituye el primer Comité de la U.C.R. de la provincia de Buenos Aires, presidido por Hipólito Yrigoyen. Su Carta Orgánica prescribió:

“Exclusión de todo acuerdo o transacción que
pueda impedir en el presente o en el futuro
la íntegra aplicación de los principios que
forman el programa”.

Pero la fórmula de la Unión Cívica Nacional se disuelve y Pellegrini funda una fuerza política a la que se llamó “modernista y propone la fórmula Luis Sáens Peña y José Evaristo Uriburu. Se declara el estado de sitio y Alem, Bernardo de Irigoyen y otros son encarcelados, luego de haber recorrido el país y recibido el apoyo de vastos contingentes de ciudadanos. En abril de 1892 triunfa el oficialismo, pero las resonancias del canto popular alcanzaban hasta los ámbitos recónditos de la gran ciudad, exaltándolo a Alem. José Luis Bettinotti tendría el recuerdo de muchacho de estos momentos y al consagrarse payador solo con 20 abriles cantó para siempre:

“Quizás el pueblo, mañana,
por un agradecimiento,
te levante un monumento
en prueba de gratitud;
que si esto (así) sucediera,
para cualquier argentino
será el ejemplo prístino
de democracia y virtud”.

Es claro que a poco andar el partido ya había nacido como radical, intransigente, federalista, nacionalista y democrático. Son los rasgos fundacionales.
17 de noviembre de 1892. La Convención Nacional de la U.C.R. aprueba su Carta Orgánica y el nombre del Partido: UNION CIVICA RADICAL. El espíritu revolucionario recorre todos los rincones. El gobierno afronta varias crisis, una de ellas se relaciona con el gabinete. Los cívico-radicales reafirman la conveniencia de un comicio libre. Otra vez los versos milongueros alcanzan a los oídos de los ciudadanos:

“Corra pues el pueblo entero
a la nueva evolución,
en la tribuna la acción,
la urna y el entrevero”.

Leandro interviene en la preparación de un movimiento revolucionario que debió estallar en 1892, pero se abortó. Pero el 30 de julio de 1893 tiene lugar la revolución civil armada bajo la dirección de Hipólito. Es la revolución de la U.C.R. de la provincia de Buenos Aires, para más señas, que detona en 80 de los 82 partidos de esta provincia y que

“se ajustará a la nobleza de sus propósitos… 
Antes de conseguir el triunfo por otros senderos
que los que señalan sus principios, preferirá
caer vencida al amparo de la virtud, 
del patriotismo y del honor”.

Gobierna el Régimen. Al comenzar el año 1896 muere Aristóbulo del Valle. El 1° de julio muere Alem. Se quita la vida al salir de su casa, dentro de un carruaje y cae en manos de sus amigos. Debe suponerse que hacía un mes había postergado su decisión fatal, pues el mes aparece corregido en una de las cartas que deja. La misiva a su hijo Leandro desgarra el corazón:

“Sigue mi ejemplo, pues, y recuerda siempre mis ac-
tos. Será el mejor homenaje que puedas rendir a
mi memoria. Te bendigo y te doy un beso en la fre-
te para que te conserves puro. Esa es tu herencia…”

Y, en el testamento político, el mensaje para la posteridad partidaria:

“Pertenece (La Unión Cívica Radical) principalmente
a las nuevas generaciones. Ellos le dieron origen
y ellos sabrán consumar la obra. ¡Deben consumarla!”.

Alem, más que política hizo docencia cívica e historia. Lo había cantado también el payador radical:

“Al ilustre ciudadano
de preclaro patriotismo
que, consagrado al civismo,
supo luchar por el bien.
Y que dejó vinculado
su nombre en honrosa historia
es digno de la memoria
el doctor Leandro Alem”.

Mientras tanto, Hipólito, el oculto, el silencioso, piensa en la nueva revolución. El radicalismo pasa al abstencionismo revolucionario. Sigue el gobierno del régimen. Pero sus poetas no le cantan nada. Desde los gobiernos provinciales de los rumbeadores nunca cantaron, ni lo “cultos” de la generación del 80. Escribieron poemas “cultistas”, se engancharon al oficialismo y pasaron a formar parte del coloniaje pedagógico. Así, en nuestro tiempo de estudiantes nos enseñaron las poesías de los poetas del Régimen que habían votado la ley negra de residencia. (1)
Yrigoyen continúa preparando la revolución, que se produce el 4 de febrero de 1905, sofocada por el gobierno. En 1904 había asumido la presidencia de la Nación Manuel Quintana. El país se va llenando de radicales. El sentimiento popular era reflejado por los payadores de la época, todos radicales, radicales de Alem y de Yrigoyen luego de la muerte de aquél: Gabino Ezeiza, Higinio Cazón, Pablo Vazquez y muchos otros.
El general Roca, cuando la revolución, se había escapado de Córdoba a Santiago del Estero, por temor a que lo apresaran los insurgentes, pues consideraba que ello sería desdoroso para la investidura de un general de la Nación. Entonces, una revista había publicado la siguiente letrilla:

“Pero no pensemos mal.
El hombre huyó velozmente,
más no como ex presidente,
sino como General…”.

Distinto es el motivo del ocultamiento de Yrigoyen. Primero lo hace para liquidar sus bienes y pagar los gastos de la revolución y devolver las sumas confiscadas en Mendoza y Córdoba y recién luego se presenta ante la justicia federal. Pero hasta ese momento la policía lo buscaba intensamente y no se había movido de Buenos Aires. Una revista caricaturiza al Jefe de Policía, que aparece buscando como Diógenes, con un farol, a “un hombre” y el poeta popular escribe:

“¡Con gran empeño verle pretendía
la Policía un día y otro día;
y del modo más triste ha fracasado,
pues al fin y a la postre ha resultado
que no lo puede ver la Policía!”.

Yrigoyen había hecho la revolución con su plata. No recibió subsidios, menos de la extranjería. Parte de la dignidad radical. Alem había sentenciado:

“Con patriotismo se puede salir con la frente alti-
 va, con la estimación de los conciudadanos, con la
conciencia pura, limpia y tranquila, pero también
con los bolsillos livianos”.

Yrigoyen se empobreció con esta revolución. Además fue echado de las cátedras que tenía desde hacía 25 años. Pero cumplía el legado de Alem, como en el mensaje del payador Ambrosio Río:

“Batallen nuestras ideas
Tan firmes como la roca;
Es el legado de Alem
Que a la lucha nos convoca”.

O bien, como Gabino Ezeiza:

“Aquí está la muchedumbre,
lo ve, lo siente, lo escucha,
siempre con su eterna lucha,
siempre en su clara visión.
Vino, tronó su palabra,
muerto nos dejó su idea,
Alem: que tu nombre sea
el que salve a la Nación”.

Con intransigencia. Bien se ha dicho que el canto es la expresión de los movimientos que nacen y tienen arraigo en el pueblo. “Cielito de mi Bandera”, de Prudencio el Gaucho, decía:

“Sin mixturas yo he nacido
radical intransigente
y por radical reclamo:
¡Fidelidad de mi gente!”

Bettinotti había captado el pensamiento revolucionario bastante antes:

“porque por cualquier camino
que iniciemos el destino
de nuestra hermosa Nación,
es honrar la tradición
de un gran caudillo argentino”.

¡Sí! Alem sostuvo:

“La revolución es un recurso extremo y un derecho
supremo de los pueblos”.

Bettinotti se refería con su verseada, indistintamente, tanto al camino eleccionario como a la revolución:
“Corra pues el pueblo entero
a la nueva evolución,
en la tribuna, en la acción,
la urna y el entrevero”.

No es superfluo señalar una vez más que los payadores y cantores, como los poetas populares, eran componentes emocionales y sentimentales de la gesta. Lo habían sido desde el origen de la Nación. Igual que Bettinotti, Prudencio El Gaucho evocaba las revoluciones radicales:

“No me cambie el ciudadano,
que el radicalismo sienta,
por esa enseña famosa
que tremoló en el 90.
En Santa Fe y en Rosario,
el año 93,
Candioti me hizo triunfante
y me hizo gloriosa Alem”.

Meses antes de la revolución del 5, el 29 de julio de 1904, nacía Ricardo Balbín y fue como lo escribió Pedro B. Palacios, a quien él admiró y leyó permanentemente:

“Nací, como quien dice, otro modelo,
otra pauta, otras vías, otro polo;
por eso, como el sol, sin estar solo,
solo me figuré sobre mi cielo”. (2)

¿La revolución del 5 ha fracasado? La Unión Cívica Radical crece con el apoyo del pueblo: trabajadores, estudiantes, gentes del campo y de la ciudad, mujeres que comienzan a interesarse por los sucesos y a desplegar un sentimiento argentinista y radical, lo cual no es de extrañar porque al iniciarse el siglo la mujer comienza a realizar tareas en las fábricas y algunas de ellas se destacaron como dirigentes gremiales o como cabeza de movimientos espontáneos –como durante las “huelgas de inquilinos”, en las acciones en que debieron defenderse de la milicada con palos y escobas, dada la constante represión gubernamental. Algunas coplas irradian esta presencia de la mujer y, alguna de ellas, aunque procazmente, pretende sugerir la fortaleza o el carácter cuasi autoritario:

“Todas las mujeres tienen,
debajo del delantal,
un sargento bigotudo
del Partido Radical”.

Es que en la gesta argentinista, la presencia, por ejemplo, de Juana Azurduy nos hace pensar que junto al necesario arrojo del hombre argentino estuvieron nuestras mujeres. “Sacúdete el polvo que Dios quiere probarse de nuevo”, es el título de un libro de Raúl Touceda, donde leemos: “Así como hay hembras que se precian por su belleza, su sensualidad o su inteligencia, y abren salones o lucen en gineceos reales, las nuestras llevan ´cojones´ y mejor se las distingue por el carácter”. Pero cada mujer argentina se hace canción cuando se trata de los sentimientos que nacen de la amistad, la familia o el ideal. En aquel tiempo paría hijos radicales. Los radicales lo eran de nacimiento o de cuna, como se dice usualmente:

“Radical he nacido
y radical he de ser”, decía la canción.

El Radicalismo continúa con su actitud abstencionista y revolucionaria, lo que genera la reforma electoral con la que el pueblo llega al gobierno y su representante es Yrigoyen. Es el voto secreto, libre y obligatorio:

3.       Y, en el nuevo tiempo…
“En el cuarto oscuro, vidalita,
no manda el patrón;
cada ciudadano, vidalitá,
tiene su opinión”.

Fue el 2 de abril de 1916. Yrigoyen asume el 12 de octubre de ese  mismo año. Ese mismo día muere el payador radical Gabino Ezeiza. En el año 1915 había muerto otro gran payador radical, José Luis Bettinotti. Toda esa gente, como cantores y milongueros –que eran los tocadores de milonga- o los payasos como Frank Brown, que amenizan las jornadas en los campamentos revolucionarios radicales, alentaban –de un modo u otro- a quienes jugaban su vida por la causa de la libertad.
El gobierno de Yrigoyen realiza una extraordinaria política social y cumple con el mandato de la historia. Se agranda el país. Se fortalece la línea de Mayo y radical. Es un gobierno reparador. Afianza lo nacional, las corrientes genuinas de la historia, extrañas a la dependencia y al colonialismo político, económico cultural y pedagógico. (3)
Se repite el gobierno con Alvear (4) y nuevas elecciones nacionales en 1928. El cancionero proselitista informaba:

“Yrigoyen presidente
la Argentina te reclama
y el pueblo entero te llama
y no te puedes negar;
él necesita tu apoyo,
viejo raigón de quebracho,
plantado siempre a lo macho
en el campo nacional”.

Poco antes, Modesto Papavero había escrito la letra y la música del tango “¡Legisamo Solo!”, grabado por Gardel. A este tango tan popular se le cambió la letra y la carrera de caballos se convierte en una competencia política y el nombre del jockey más popular es remplazado por otro conductor en la política:
“Alzan las cintas, salen los pingos
del veintiocho la presidencial…”
a un lado Melo, alias ´Barolo´,
que ya anda ´colo´
por ver de triunfar”.
Y, asimismo:

“Yrigoyen solo!
Grita el obrero y el agricultor”.

Como lo recuerda Luna: “Sí. Yrigoyen avanzaba solo. Nadie se le podía oponer. Era una entelequia formidable, una fuerza elemental, una potencia desplazándose hacia el futuro por millones de voluntades. ¡Yrigoyen solo!” no más.  Así que, después del comicio parecen otras canciones:
“Melo:
Dame un pañuelo
para llorar…”. (5)

Y a poco andar el Régimen se toma el desquite y se produce el golpe petrolero del 6 de septiembre de 1930, la reivindicación del fraude, la violencia y la entrega de la nación. Uriburu inaugura la sanción secreta, la pena de muerte, los cementerios N.N. y la teoría de la seguridad nacional. Ante el fraude de la década infame, de los gobiernos de la vacunocracia y el estatuto del coloniaje, hay grupo de radicales que intentan la revolución. Se producen varios levantamientos.
Después del golpe del 30 Yrigoyen fue puesto preso y procesado contra toda razón y justicia. Capdevila, en su “Musa Cívica” escribió:

“Lo cuento aquí para formal noticia
de los historiadores.
Tribunal vergonzoso le formaron
esos búhos inmóviles,
esas almas de búhos,
glaciales en sus pálidos rencores,
por haber hecho él, rica alma hermosa,
su anunciación de dones.
Por eso nada más le castigaron,
por su bandera azul y por sus torres.
Por eso mismo fue. No lo decían,
pero que nadie en esto se equivoque…”.

El Congreso de esa época, de la década infame, fue juzgado por Dante Linyera, en su poema “Ropa Tendida”:
“Los macaneos qu´en el Congreso
Largan los lauchas que morfan queso…”

En Corrientes, Arturo Jauretche integró la columna que desde Uruguayana operó sobre Paso de los Libres, entreverado entre puebleros y paisanos …, y luego fue apresado y confinado junto con Luis Dellepiane, oportunidad en la que mantuvieron las primeras conversaciones relativas a la necesidad de revitalizar a la U.C.R. Jauretche escribe “El Paso de los Libres”, relato gaucho de la última revolución radical y Jorge Luis Borgues, su prologuista, dice de esa obra que “merecerá la amistad de las guitarras y de los hombres”, pues
“A la patria se la llevan
con yanquis y con ingleses,
al pueblo mal le parece
pero se hacen los que no oyen;
desde que falta Yrigoyen
la han sacado de sus trece”.

Yrigoyen faltaba físicamente. Había muerto. Había sido traido desde Martín García, con su salud muy deteriorada. Y fue el 3 de julio de 1933. Arturo Capdevila escribió:

“Visión de la Patria mustia.
De guardia a su puerta el pueblo.
Que está agonizando, dicen,
aquel titánico pecho.

Como señal de verdad,
grises, nublados, los cielos;
el aire sabor de llanto
y la luz calor de duelo.
Que está agonizando, dicen,
aquel titánico pecho…
Y en eso que entró la noche,
susurro que avisa: ha muerto…” (6)

4.       Década infame.
Aunque parezca absurdo y risueño la única década de 13 años es la del 30, porque en realidad habría que hablar de una etapa que llega hasta el 4 de junio de 1943. En todo este tiempo había predominado el alvearismo en la conducción del Partido y después su sucesor, el unionismo; en la minoría del partido los yrigoyenistas, los radicales personalistas, rescatando las prácticas, los comportamientos y el acervo doctrinario genuino de la U.C.R.
El 29 de abril de 1943 el Comité Nacional de la U.C.R. aprobó el dictamen de la mayoría, por noventa y nueve votos contra veintinueve, que aconseja la unidad democrática, con partidos políticos y entidades estudiantiles y gremiales. No era la primer manifestación “unionista” en el seno de la U.C.R. Desde su fundación y antes de ella en los grupos que sirvieron de cimiento, se manifestaron dos líneas: la intransigente y la acuerdista. Esta última se fortalece después del 6 de septiembre de 1930 y desde este instante los radicales de todo el país se movilizan en uno u otro sentido; se pronuncian los dirigentes más caracterizados, los organismos partidarios de las provincias, los comités de distrito, los cuerpos deliberativos y los movimientos internos. También, presente Hernández:

“Se alborotó el avispero-
Los oficiales salieron
Y se empezó la junción-.
“pues hacen una junción
que naides se la imagina.”.

5.       El M.I.R.
En otro sentido, se van juntando los iguales, o afines o parecidos, en el lado radical-yrigoyenista: grupos de Córdoba, Capital Federal, provincia de Buenos Aires con Ricardo Balbín y su Movimiento Revisionista. A fines de 1945 se edita un opúsculo en el que, además del Programa sancionado por la Convención Nacional de la U.C.R. de 1937, se incluyen los documentos aprobados por la reunión de Avellaneda del 4 de abril de 1947. Los documentos de Avellaneda llevaban la firma de Ricardo Balbín. Y. como Fierro:
“No aflojo al primer amago
ni jamás fui gaucho lerdo”.

Porque había que continuar con la razón del ser radical, la historia, las luchas, las substancias que las nutrieron, la obra de sus hombres, su legado filosófico, la ideología, la doctrina y la lección para los tiempos, en fin, la herramienta de trabajo:

“Sé tener, como fajadas,
Tiro a tiro el as de espadas
                                  o flor, o envite seguro”.


El nacimiento y desarrollo del Movimiento de Intransigencia y Renovación fue una recomposición de la substancia doctrinaria genuina del Radicalismo, dispersa, desdibujada y además derruida por factores internos y externos. Importó el reencuentro de hombres que, individual o colectivamente, en pertinaz conducta político-ideológica sentían en lo más profundo de su espíritu el permanente latido y el llamado de las ideas fundacionales de una concepción ética, de la “religión civil de la Nación”. Balbín no la abandonó nunca, porque agitó ideales que, como la voz de algunos cantos, jamás se extinguen:

“Yo soy la voz del pasao
que anda queriendo volver
soy la voz de aquel ayer
que el destino no ha callao…”.

Y, asimismo, como en la copla:

“El separarse no importa
si es que así tiene que ser,
cuando al separarse quedan
ganas de volverse a ver”.

Se trataba del ideal, la esperanza indestructible e inmarcesible, de lo mejor, el fermento del porvenir y la perfectibilidad humana, de Amiel; la sanción de la lealtad con el pueblo que había puesto su confianza en la U.C.R., lealtad que provocó lucha, abnegación e infortunios. ¡Nuestra piel quedó marcada, de ese modo!
Más, la Unión Democrática estaba en marcha. Y se le atribuye a ella recibir ayuda financiera de la Unión Industrial, lo que originó el estribillo:

“!Cheque, cheque, cheque!
¡Chorros, chorros, chorros!”

En el proceso electoral juegan en el peronismo un papel importante Domingo Mercante, Cipriano Reyes y Eva Duarte, con quien Perón había trabado relación primero por la actividad gremial de Eva y luego por causa de la campaña de ayuda a los damnificados del terremoto de San Juan. Poco antes del comicio, el 15 de noviembre de 1945, una pastoral de la Iglesia Católica prohíbe a los católicos votar por la Unión Democrática. Como rezaba en otro estribillo:

“Del cielo bajó Perón
de la mano de San Pedro”.(7)

Y ganó, por poco, Perón. La figura de Balbín se agrandaba. Recorría el país. No leía libros, salvo Almafuerte, pero leía al país andándolo:

“Yo soy el decir hermano
que distingue al argentino,
acortando los caminos
en un apretón de manos”.

Balbín es un Maestro, pues hace docencia cívida. En sus últimos años se convierte en un paradigma, porque despierta la emulación. Señala el rumbo ético de la República. Pone al ser humano como centro y fin de la actividad política, sin lo cual desaparece la grandeza y la dignidad del hombre público. Balbín, más que hombre político es un Hombre. Ama fervientemente la libertad, de la que es templario, con el cariño que grabó Almafuerte:
“así a raudales
                                  así a cascadas,
                                 se ha inundado mi pecho de un cariño
que por cielos y tierras se derrama.
Cariño universal que me transporta
más allá de mis dudas y mis ansias,
que me impone surgir del horizonte,
limpio de mis pasiones y mis lacras,
como un penacho
de mis ardientes llamas
que hubiera puesto Dios sobre mi testa,
para darme el dominio de las almas”.

Lucha contra la dictadura. Después del desafuero, creció la agresividad entre el gobierno peronista y la oposición, centrada en el Radicalismo, y se ahondó la distancia social entre peronistas y radicales. Entre muchos de éstos, una especie de precepto almafuerteano vibraba en la conciencia radical:

“!Que muerda y vocifere vengadora,
ya rodando en el polvo la cabeza!”.

6.       El peronismo se pasa de rosca.
El gobierno suprimía las libertades y las garantías de los ciudadanos e iniciaba una política social gastando las divisas obtenidas con las exportaciones agropecuarias durante la guerra y la posguerra, con lo que se nacionalizaron los ferrocarriles y teléfonos y adquirieron sobrantes de guerra. Uno de los primeros síntomas de sobresalto social fue la huelga de los gráficos, y de este mismo gremio, empero, habría de surgir la letra y la música de la “Marcha Peronista”. La música era la de una comparsa de 1926, premiada en un concurso realizado en La Boca, del autor Vicente Cóppola. La letra se refería a una linda muchacha:

“A dónde vas tan bonita
con tu hermosa silueta,
con tu gracia, tan coqueta,
y tu porte tan gentil?”.

Después, al promediar la década del 30, el bandoneonista Héctor Figueroa, en 1936 exactamente, la registra como “Cachirla Ciega”, en tiempo de vals, para lo cual se adapta fácilmente. Un dirigente gráfico, secretario general del gremio, Pedro Lauría, bandoneonista y poeta, había publicado una poesía en el periódico sindical que entraba perfectamente en la estructura musical de Cóppola y cuando Perón pidió una marcha sólo hubo que cambiarle una palabra, ya que los versos decían originalmente:

“Los gráficos peronistas
unidos todos venceremos”.

El gobierno encarcela y tolera la tortura a sindicalistas, interviene sindicatos y la provincia de Catamarca. El 12 de marzo de 1950, declarado “Año del Libertador General San Martín”, en que se realizaban elecciones en la provincia de Buenos Aires, es detenido Balbín y trasladado a la cárcel de Olmos poco después. Cuando salió de la cárcel, casi un año después, ya era un verdadero líder, presidenciable, ya despertaba la emulación de la juventud y de los militantes, ya renovaba el espíritu cívico en quienes no compartían las prácticas del régimen oficial. El 5 de mayo del mismo año se dicta el auto de prisión preventiva y es remitido a varias cárceles, además de Olmos, Rosario y San Nicolás. Estando preso Ricardo Balbín el humor de Blas (Miguelito, Miguel Blas Szelagowski, que publica en el periódico radical “Adelante”, muchos años dirigido por Balbín), lo presenta al templario de la libertad en un afiche pegado a una pared, donde se lee “Balbín Presidente”. Los radicales luchan y no pierden el humor. Poco después, Francisco Hipólito Uzal, estando preso también, habría de escribir “Cantos del Prisionero”, incluyendo estos versos:
“Hace un año que estoy preso,
y orgulloso hasta el exceso,
por convicto y por confeso
radical.
Es tan grave mi delito,
infamente e inaudito
que del mundo me ha proscripto
un general”.

Cuando Uzal escribió estos versos la situación del país se había agravado, en materia del libertades y él mismo lo puntualizó:

“Y aunque siga estando preso
ya sin jueces ni proceso,
porque es grande el retroceso
del país”.

Uzal, preso ilustre, encarcelado durante mucho tiempo desde el 12 de marzo de 1952, daba respuestas y sugerencias en forma de poesía, ante la problemática del país, desde la misma celda. Pero, como todos los radicales de esa época, no había perdido el humor, como era común entre correligionarios, a pesar de las adversidades.
En el capítulo “Todo se ha Perdido, Menos el Humor”, escribe el poema “La Guitarra”, con estos versos:
“Mi celda es una caja de guitarra,
la ventana es la boca
y cada cuerda, una pesada barra.
Yo no soy el que toca,
porque si estoy en su interior metido,
vengo a ser como el alma del sonido.

Pienso más bien que el bravo guitarrista
ha de ser un sujeto oficialista,
que con temperamento polifónico
nos endilga un concierto macarrónico.

No incluye el recital música clásica,
ni del ´folclore´ del solar nativo:
cada pieza selecta es un motivo
que han aprobado en una ´unidad básica´.

Y se acerca el patético momento,
y el concertista, recompuesto y tieso,
ignora que un espíritu travieso
se hospeda en su instrumento.

Espíritu que está ¡tan aburrido!
que no es justo enojarse:
es natural que quiera desquitarse
con algo que resulte divertido.

Y así, siguiendo inspiraciones fijas,
las va cumpliendo con pasión aviesa:
no hay una cuerda que resulte ilesa
ni que responda más a las clavijas.

Y arma en las notas confusiones raras,
que harto dislocan la emisión sonora,
y el guitarrista ya comprende, ahora,
que se metió en camisa de once varas.

Y cuando en homenaje al general
va a tocar una marcha conocida,
la gente que lo ve, lo cree suicida…
¡porque sale la Marcha Radical!

En la guitarra del país entero
tenaz y libre espíritu porfía,
y ya no está lejano el Fausto día
en que el concierto se les ponga fiero…”

Era su verdad, que legitimaban los versos de de Varros, en el libro “Proverbios Morales”:

“Ni hay verdad, aunque esté opresa,
que en su opresión no respire”.

También se justificaba la expresión del panelista español Mariano Ruiz Funes:

“La sociedad de nuestro tiempo quizá
considera como sujetos extraños a
los que no hayan sido huéspedes de u-
na prisión”.

Balbín salió de la cárcel el 2 de enero de 1951. Una de sus primeras frases fue: “La dignidad argentina exige continuar la lucha”. Al poco tiempo, Perón proclamó las 20 verdades del  justicialismo, una de las que decía: “Para un peronista no puede haber nada mejor que otro peronista”.
Y, sobre este cimiento, se pasó de rosca. Ese 2 de enero, lo hallamos a Balbín rodeado de sus familiares y amigos. Otros siguieron en la cárcel. Había pasado Nochebuena y sin ninguna lista de liberados y, como escribió Uzal, en “Otra Güelta Será, Hermano”:

“Pa´hablar con sinceridá:
aquí no ha pasado nada.
y transcurrieron los días
y vino el final del año,
y cada uno digería
(masticando, si podía)
un amargo desengaño”.

La negación de la libertad electoral y de las libertades individuales no respetó límites y se encarceló dirigentes y candidatos y en Paraná Balbín es víctima de un atentado, aunque resultó ileso de una agresión armada, ya que los disparos, dirigidos contra la tribuna, no lo alcanzaron, resultando herido Silvano Santander. Rodolfo Gioldi resulta víctima de un disparo y operado por Juan Ingalinella, militante del PC. Ingalinella fue asesinado mediante torturas el 18 de junio de 1955, por policías rosarinos, afectados a la sección denominada “Especial”. El poeta Victor Galo le destinó este poema:

“Vendrá con su risa de sol
en las veredas,
su cálida palmada,
su manera de matear;
vendrá
alzando los chicos por la calle;
estará entre nosotros
con sus grandes y pequeñas cosas…
Se le habrán caído las heridas,
los golpes, los insultos,
y traerá la muerte doblada en cuatro
bajo el brazo…
Sé que la muerte será entonces
una mentira enorme,
un lejano fantasma en sus ojos claros…”

Otra vez el comicio. A pesar de las formas modernas de fraude y de la represión, los dirigentes radicales del 51 eran optimistas. Empero, sabían que el peronismo triunfaría en las elecciones nacionales. El pueblo radical tenía mucha más esperanza; uno de los estribillos de esta campaña, que cantaba la juventud radical era el que sigue:

“El pueblo ya lo dice
Balbín-Frondizi”.

Algunas veces, los radicales contestaron las agresiones físicas del régimen, incluyendo las verbales. Esa misma juventud radical, en varios actos realizados en la calle, se exteriorizó con la música mismísima de la marcha peronista y la letra adaptada como lo recuerdo a continuación:

“Los muchachos radicales
unidos todos venceremos
Y a Perón lo colgaremos
en la Plaza San Martín.
¡Viva Balbín! ¡Viva Balbín!”.

Nuevas elecciones para reemplazar al vice-presidente Quijano, fallecido. Se realizan el 20 de abril de 1954. Ya no estaba Moisés Lebensohn, fallecido el 13 de junio anterior. Y otra vez Uzal, desde la cárcel, con sus versos como homenaje a Lebensohn:

“Aunque a la cruda realidad despierto,
lo sé pero no creo que sea cierto:
al fecundo chocar de las ideas,
como un orfebre que a su pieza labra,
la exquisita fluidez de tu palabra
modelará futuras asambleas”.

Las elecciones del 54 se hicieron con el estado de guerra interno, con la violencia, la represión, el manejo de los medios de comunicación… Larralde perdió. Un correligionario salteño remedó una poesía y exhortaba a la lucha armada:

“Viva Balbín,
Viva Salta!
Póngame Don un fusil,
que yo pongo lo que falta!”

Carisólo Larralde perdió, El era el pensador, el verdadero revolucionario social, el que mejor entendía a la clase trabajadora, el que llevaba el muchacho anarquista en su espíritu el que escribió el “Saludo a Jesús”, donde dice que el verdadero poder está en el rechazo de todo poder y, asimismo, el poeta, que escribió:
“Envuelto en polvo
al cabo del camino, estoy
la voz quebrada, la mirada opaca
sin fuerza el paso
Todo quedó atrás, menos el sueño
mi viejo, mi joven, mi niño
sueño igualitario, libertario
fraternal…”

¡Versos del mismo Larralde!
Lo mismo que el poeta Alem, después de las derrotas:

“En el monte gime,
vidalitá,
gime la torcaz.
Porque vuela errante,
vidalita,
en la soledad.
Así nuestras almas,
vidalita,
vuelan sin cesar,
tras eternos ideales,
vidalita,
que no han de llegar”.

7.       División de la U.C.R.
A poco andar, el peronismo es víctima de sus propios inventos. La reacción militar se manifestó triunfante en los hechos. Los militares arman las gatas paridas de siempre y predomina el gorilismo y se afianza la idea de que el peronismo nunca más debía llegar al gobierno. Para empezar, en el siguiente comicio nacional, dividida la U.C.R. Frondizi se arregla con Perón y trinfa en el comicio.
En la ocasión de la campaña electoral de 1958, Ariel Ramirez grabó la tradicional zamba ´La Radicala´, cuya letra forma parte del cancionero radical y alude a una forma de fraude, la compra del voto que había inaugurado Mitre:
“Ciento cincuenta pesos
me han ofrecido
los nacionales,
pa´que voto por ellos,
yo no hi querío,
soy radical”.

Se inicia una nueva faz de la democracia política primitiva de la Argentina. “Cuando Frondizi sube al gobierno lo hace con una plenitud de poderes que Yrigoyen no alzanzó nunca. Posee unanimidad en el Senado; dos holgados tercios en Diputados; la totalidad de las gobernaciones provinciales y mayoría, casi siempre absoluta, en las legislaturas provinciales y el Poder Judicial en blanco, sujeto a nueva propuesta y ratificación del órgano legislativo. Hay huelgas y los dirigentes son encarcelados. El gobierno opera el viraje de ciento ochenta grados en materia económica. El grupo Frondizi-Frigerio abre las compuertas al capital norteamericano, en medio del escándalo de  los nacionalistas petrolíferos”. “No hay capitales nacionales”, se explica, y “el argumento es convincente mientras se añada que la ausencia de capitales nacionales no es absoluta sino relativa. Se afirmó que la famosa línea “nacional y popular” es la línea de las inversiones extranjeras? Decía una parodia de una letrilla popular, que alude al gobierno y a su ministro Alsogaray:

“Que bonitas las concesiones,
concesiones de Alsogaray,
que se ajusten los pantalones
los que tienen que trabajar.
El petróleo, también la CADE,
los tranvías y el motocar;
si los dólares nos invaden
hasta el aire se va a entregar.
Que se dejen de molestar
los radicales del pueblo
y empecemos a realizar
lo que dice el Gran Capitán.
Así, así, el pueblo será un bacán.
Así, así, si escuchan a Alsogaray”.

De tal modo quedaba mal parada la versión que corregía la letra de nuestra marcha. Nada mas que un recuerdo:
“Adelante radicales,
a triunfar llama el clarín
canta el pueblo redenciones
con Frondizi y con Balbín”.

Frondizi dio vuelta todo. Cambió el programa. Había prometido el oro y el moro. Hizo que volviera a tener vigencia la letrilla de la milonga:

“Dicen que reparten tierras,
Amigazo don Laguna…
Lo que me ha tocado a mí
Debe quedar en la luna”.

Balbín creía que las posibilidades de la U.C.R.P en la provincia de Buenos Aires eran magníficas. Pero sabía también que había una lucha para que el Radicalismo no llegue al poder. Según palabras del mismo Balbín, “porque advierten que nuestro Partido hará desde el gobierno la gran revolución que tantas generaciones vienen esperando”. Cierto, la gran revolución, empezando por la ética política:

“Gente honrada en el gobierno
hoy reclama la Nación,
de conciencia y manos limpias,
que nos libre del malón”.

Además, como siempre, la esperanza de la huella:

“A la huella, a la huella,
huella argentina.
El sol de una esperanza
nos ilumina.
Que nuestros males
se irán cuando gobiernen
los radicales”.

El radicalismo iba perdiendo sus hombres, de los mejores hombres, por la propia contingencia biológica: Luis Dellepiane, Amadeo Sabattini, Moisés Lebensohn, Crisólogo Larralde… Algunos recogían las banderas y seguían los ejemplos, igual que en la huella:

“… Debemos ser leales
a nuestra historia.
Libres vivamos,
porque libres nacimos.
Libres muramos”.

¡Igual que Emir Mercader!

8.       De Frondizi a Illia.
Es verdad que Frondizi fue objeto de presiones y planteos militares; algunos grupos no querían ni al peronismo, con el que Frondizi pactó, ni al Radicalismo. Frondizi fue víctima de su invento, el pacto con Perón. Tampoco pudo cumplirle al peronismo, salvo en el principio y su caída se produce el 29 de marzo de 1962. Guido jura ante la Corte, impidiendo que asuma un militar, pero después tiene que prestar el juramento real, ante las Fuerzas Armadas. El bastón y la banda presidenciales tuvieron que ser sacadas de la vitrina de un museo y Guido las recibió, porque no había tiempo, sin colocarse la banda; ambas cosas las dejó sobre un escritorio. Un dibujo humorístico lo hizo aparecer a Frondizi recostado en un poste, en la Isla Martín García, donde estaba preso, cantando y acompañado por una guitarra:

“En esta isla no se hace otra cosa
que gozar de su paz y de su hechizo,
mientras allá, en la ciudad ruidosa,
se liga los planteos el petiso”.

En realidad, era el gobierno de los militares, una cuasi dictadura. Reaparece el horizonte eleccionario y Balbín descarta la posibilidad de su candidatura y en el invierno del 1962 es lanzada la candidatura de Arturo Umberto Illia y Balbín trabaja a favor de ella desde su alta cátedra y en la huella de Irigoyen:

“A la huela, a la huella,
Pa´ los que me oyen.
Yo solo tengo un grito:
¡Viva Irigoyen!”.

Illia es el candidato, pero Balbín ejerce la conducción y otra vez la letra de la marcha modificada en los actos del partido:
“Adelante radicales,
radicales hasta el fin,
radicales ya triunfamos.
¡Adelante con Balbín!”.

Balbín pudo decir, con verdad y razón: “Yo no sirvo para sumar sino para sembrar”.
Perón, en España. Otros, como Aramburu, Alende y Solano Lima, en el humor de Flax y con el epígrafe “Olé”, bailando con el sombrero típico del bailarín español, le hacen decir al humorista:

“Eugenio, Oscar y Vicente,
bailan con frenesí
y canta el subconsciente
Madrí, Madrí, Madrí…”

Tampoco se descarta la candidatura de Frondizi. Nuevamente Flax, es decir Lino Palacio, presenta un dibujo de Frondizi montado en un elefante –recuerdo de cuando anduvo en elefante en la India-. El elefante tiene la cara de Perón. Los versos dicen:

“Puede no ser terminante
pero se suele decir
que el que anduvo en elefante
siempre quiere reincidir”.

Gana Illia, con la proscripción del peronismo, que la U.C.R. no quería. Desde el gobierno el Radicalismo inicia una etapa para terminar con la proscripción, para integrar el cuerpo electoral de la Nación. Comienza a andarse el camino de la legitimidad y del progreso democrático, en sentido pleno:

“Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta”, había escrito Miguel Hernández.

El gobierno del Radicalismo cumplía con el mandato de la historia. Expresaba el civismo, un resurgimiento patrio, Podríamos ilustrarlo con los versos que leía Balbín en el libro de Almafuerte:

“Así pulida,
y así gallarda,
sobre todos los pueblos de su estirpe,
resplandor y joyel, surge mi patria!”

La minoría armada se activa. La U.C.R. del Pueblo se moviliza, para respaldar al gobierno. Balbín propone consultas con dirigentes de otros partidos. Raúl Ricardo Alfonsín clama por un acercamiento entre las agrupaciones, al estilo de la Asamblea de la Civilidad de 1963, a los efectos de obtener una salida legalista para 1967. Y para la elección en la provincia de Buenos Aires, había que confiar en el triunfo del “Kennedy argentino”, como así se lo ha motejado al candidato a gobernador Alfonsín, quien despierta el optimismo de los radicales, como hombre joven y con empuje, con aptitud de triunfo, y que puede operar como atenuante en las tendencias golpistas, pues además es egresado del Liceo Militar y mantiene lazos de amistad con algunos militares. En mayo de 1966, en una reunión de la segunda sección electoral, en la provincia de Buenos Aires, dijo:

“Marzo será lo que nosotros nos propongamos que sea.
Marzo será lo que tiene que ser, no para los radi-
cales ni para la provincia, ni aún para la Nación,
sino para la causa de América y la democracia del
mundo”.

En un acto público, en la tribuna pública callejera, Alfonsín le dedica estos versos a su Maestro Balbín:

“Cultivo una rosa blanca
en junio como en enero,
para el amigo sincero
que me da su mano franca.
Y para aquel que me arranca
el corazón con que vivo,
cardos ni espinas cultivo,
cultivo una rosa blanca”.

9.       De golpe en golpe.
Illia es destituido, se entroniza otra vez el autoritarismo. Balbín lee en Almafuerte, que siempre lo acompaña:
“Taciturno tirano que niegas
el sentido del Bien en las masas,
y las atas al carro sin darles
La idea más simple del viaje que tramas”.

Se trataba de Onganía, a la cabeza de la Revolución Argentina, queriendo poner a la República en un proyecto absurdo. La falta de libertades y garantías, las represiones, el fracaso en lo económico, genera una insurrección obrero-estudiantil en Córdoba, conocida como “el Cordobazo” y a partir de ella comienza a agravarse el deterioro de Onganía. El propio comandante en jefe, Alejandro Agustín Lanusse expresó que era necesario comprender que no debía considerarse enemigo a todo aquel que sustentase ideas diferentes o reclamas e soluciones no acordes con las en vigencia. La salida o solución electoral, con constitución y partidos, sin proscripciones fue afirmada por Lanusse, el 24 de noviembre de 1969. Esto anunciaba la terminación de Onganía, lo que se produce el 8 de junio de 1970.
Se constituye la Hora del Pueblo, un movimiento de partidos, y, por otro lado otro, que es el Encuentro Nacional de los Argentinos, en cuyo Congreso es coreado el estribillo y casi lema:

“El pueblo unido
jamás será vencido”.

A partir de 1971 se va cumpliendo el proceso de reorganización de los partidos políticos. Grupos universitarios radicales de la coordinadora se reunieron con Balbín en muchas ocasiones. Hacia 1974 había enfrentamientos cruentos entre la juventud radical y el resto, en las facultades, incluso dentro del mismo sector radical, constituido en las Facultades de Medicina de Buenos Aires, por la J.R. (Juventud Radical), que eran coordinadores, y la J.R.R. (Juventud Radical Revolucionaria), que era un desprendimiento de la anterior, y de allí el estribillo:

“Jota erre,
jota erre
hay una sola
y los que tengan otra erre
que no rompan más las bolas”.

Pero, como sabemos, a pesar de las “broncas”, se juntaban para pedirle a Balbín que gestionara por la libertad de los detenidos. Es oportuno destacar aquí que después del golpe del 66, en ámbitos estudiantiles universitarios, los dirigentes reformistas y especialmente radicales establecen el embrión de una agrupación activista de raíz ideológica progresista. Algunos intentaron rodearlo a Balbín para luchar contra la dictadura desde el Partido, con metodologías, propuestas o a lo mejor intenciones que no dieron satisfacción a don Ricardo. Pero en realidad, cuando nace la Coordinadora en Setubal comienza la oposición a Balbín, dentro de cierto sistema de relaciones; la agresividad, no compartida del todo, o rechazada en casos por Alfonsín, generaba intensidades inusitadas en las letrillas cantadas en algunas concentraciones de correligionarios:
“Alfonsín,
coraje:
al Chino
dale raje”.

Por fin, otra vez el comicio. Muchas cosas habían pasado en la República, pero una de ellas fue la serie de intentos de acercamientos, no electoralistas sino programáticos, acortándose la distancia social y política para una salida democrática, de todo lo cual es lo más significativo el encuentro entre Perón y Balbín. “Un Cambio Radical. Es Nuestro Compromiso. Balbín Solución”, rezaba el eslogan del Radicalismo en el ´73. El Chino aparecía remozado, sin prosopopeyas y con un acervo de ideas enriquecido, lo suficiente para inspirar al payador “Gaucho Morales”:

“La República Argentina
desde ya tendrá presente:
si Balbín es Presidente
será muy bien gobernada,
no habrá quien diga nada
ni las vecinas naciones
y sentirán los corazones
de radicales concientes.
Le sabrán corresponder
con laureles en la frente.

Viva Hipólito Yrigoyen
la llave del mundo entero
es el hombre verdadero
que merece esta Nación
de más noble corazón,
y más firmes sus ideas
es el hombre que flamea
como símbolo triunfal
en el pecho de los hombres
de inspiración radical.

Yo como buen radical
sin mas poder que mi voto
seguiré en pos de vosotros
luchando por el poder
porque alcanzo a comprender
que hemos roto las cadenas
del contubernio fatal
¡Quedará en la Presidencia
nuestro viejo radical!

El que inspiró estos versos
es humilde radical
que hasta la vida ha de dar
si en caso se necesita
porque mi corazón palpita
pidiendo la libertad;
digo con sinceridad,
soy del pueblo Castro Urdiales
y también digo mi nombre:
Yo soy el “Gaucho Morales”.

Balbín perdió. Pero esta vez no votaron solamente los radicales al Partido. Algunos otros también, no peronistas, que tuvieron el mismo sentimiento del personaje de la milonga política:

“Yo me equivoqué una vez
y lo voté al general,
y pa´ remediar el mal
ahora tengo la ocasión…
votaré en esta elección
al Partido Radical…”

Gobierno del Frejuli, comenzado con Cámpora. Incluyéndolo a Perón es el lapso interrumpido con más presidentes. Termina el año 1973. Un sincero sentimiento fraterno campea en la dirigencia política, pero es más fuerte en el pueblo. El humilde verseador peronista recoge ese estado de animo en sus versos:

“… se distingue por igual,
para ejemplo universal
se han unido los hermanos
en el suelo americano”.

Y aquí se debe presentar un tema de reflexión profunda. ¿Tuvo Ricardo Balbín un positivo protagonismo al establecer cierto sistema de relaciones con el gobierno de Perón, no ya con el mismo Perón antes de que asumiera la presidencia de la Nación? Enrique Pavón Pereyra, el historiador del peronismo, señaló que Balbín manifestaba que Perón usaba métodos y lenguajes transparentes y se creyó obligado a reiterar su apoyo crítico al justicialismo. La actitud integradora trae el recuerdo de otros versos de Jauretche:

“si no falla mi memoria,
cuando, soñando victorias,
se estaba haciendo la junta:
tomo el hilo de esa punta
y al desatar la madeja
verán que siempre con quejas
andan los sueños en yunta”.

Balbín, como siempre, está aquí y allá. Generalmente, su circunstancia no es de lujo, de suntuosidad o de festejo. Ahora sabemos verlo en el Estudio Jurídico de su hermano, en calle Rivadavia, donde igualmente el ámbito es humilde, con bibliotecas y libros, donde se destacan colores que a Balbín no le gustan mucho: marrón y verde oscuro, aunque destaque con alegría en la tribuna los versos de una canción que habla de los “mil distintos tonos de verde”. A él le tira más el gris, el celeste, el azul… azul-celeste y blanco. Aquí, una vez más, un día de junio de 1975, insistió, como todo Maestro, con sus lecciones. Podía haber cantado, como Atahualpa Yupanqui, en “El Payador Perseguido”:

“Yo sé que muchos dirán
que peco de atrevimiento
si largo mi pensamiento
pal rumbo que ya elegí,
pero siempre hei sido ansí;
galopiador contra el viento”.

10.       La última dictadura.
Caído el peronismo una nueva dictadura militar se entroniza en la República, denominada “Procesos de Reorganización nacional”. Esto ya lo sabe todo el mundo. Balbín lee en el libro de Pedro B. Palacios:

“… ¡Oh! ¡La ignominia
Con paso triunfador nunca se arrostra!
¡La voraz invasión de lo pequeño
No hiere como el rayo, pero amansa!
¡Cuando el alma inmortal cae de rodillas
la materia mortal cae deshojada!
La caída más honda es la caída
que nos pone a merced de la canalla”.

Alfonsín lo había enfrentado a Balbín a partir de 1972. Balbín se enferma de gravedad. Igual que con Yrigoyen:
“Visión de la patria mustia,
de guardia a su puerta el pueblo,
que está agonizando, dicen,
aquel titánico pecho”.

Fallece el 9 de septiembre de 1981, a las 7.50 horas, Su muerte causó una tristeza general, en todo el país. El espacio ciudadano que comprende y rodea al ilustre muerto se llena de consignas, de llantos y canciones. Gritos de dolor y adhesión. ¡Ha muerto y no ha muerto! Forcejeos, Todos quieren llegar al féretro. ¡Balbín ha muerto! ¡Balbín ha muerto! ¡Balbín ha muerto… carajo! ¿Qué mejores estribillos pudo entonar la juventud radical?

“Si este no es el pueblo,
el pueblo dónde está?”

“Que se vayan,
que se vayan”

“Elecciones,
elecciones”

“Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!”

“Adelante, radicales
adelante sin cesar,
no queremos dictadura
ni gobierno militar”

“¡Dale Chino!
¡Dale Chino!”

Después, el nuevo caudillo del civismo argentino es Alfonsín, para mucha gente que en el inicio lo siguió porque creyó en las banderas que había levantado:

“¡A la huella, mi vida,
huella y destino!
Debo seguir más tarde
tras el caudillo…”

Ya tiempo atrás los sentimientos y las ideas habían comenzado a confundirse. En reuniones públicas de la multipartidaria se había escuchado:

“Balbín y Perón
un solo corazón”

Después, en la presentación de Alfonsín, candidato a Presidente, en el Luna Park, fue así:

“Primero fue el Pocho
y después fue Balbín
Ahora el líder del pueblo
es Raúl Alfonsín…”

No corresponde hoy, aquí, un juzgamiento o un juicio subjetivo de valor. El Radicalismo es un reflejo del país. Siempre fue así en su historia, con sus contradicciones, sus pasiones, sus ideales y sus querencias. Ahora, desde aquí, insertándolo en la Historia parece el resto de un montón, pero tiene el arcano de la semilla y la fecundidad de la tierra. Suficiente para seguir entonando:

“Adelante Radicales
Adelante sin cesar
Viva Hipólito Yrigoyen
y el Partdio Radical”.

Hoy, conciente del espacio posible, he reflejado sentimientos y esperanzas en la letra de una milonga que se canta en el Chaco, en algunas reuniones del Movimiento de Afirmación Yrigoyenista:

“Al pobre vivienda y pan,
trabajo, paz y progreso.
Y en este milonga expreso
sentimientos de igualdad.
¡Es de fijo, un radical
representa todo eso!”



(1) El tiempo del 900 fue evocado mucho después en “Milonga del 900”, de Homero Manzi y Sebastián Piana:
“Soy del partido de todos
y con todos me la entiendo,
pero váyalo sabiendo
soy hombre de Leandro Alem”.


(2) Los primeros registros de ese año 1904 informan acerca del tango “Unión Cívica”, de Domingo Santa Cruz.

(3) De ese tiempo, debemos puntualizar que Carlos Gardel grabó dos tangos radicales: “H. Yrigoyen”, de Enrique Maroni y “Yrigoyen-Luna”, de Julio V. Leone”.

(4) Dante Linyera (Juan Bautista Rímoli), el anarquista azul, creyente y cristiano, escribió el libro “Semos Hermanos”, dedicado a su perro, con los versos que siguen:
“Batile a ña Regina d´Alvear con su briyo
si ella no sufre igual que madre e conventiyo…”
“… y el mesmo presidente de la Argentina, a veces,
envidia al atorrante que no come hace meses…”
“… Semos hermanos, viejo, lo dijo Cristo el rana;
y no hay vueltas que darle a la milonga humana…”

(5) En 1928 el gobierno radical –en el convencimiento de que la soberanía es de los pueblos y no de los gobiernos- interviene, por ley, la provincia de Mendoza, por segunda vez. El caudillo de esa provincia es un radical. Se llama Carlos Washington Lencinas. Allí tiene una enorme popularidad, que fue expresada en un canto popular:
“En el cielo las estrellas,
en el campo las espinas
y en el medio de mi pecho
Carlos Washington Lencinas”.


(6) Años después, en San Juan, Faustino Rogelio Sisterna escribió la letra de la marcha-canción “Unión Cívica”, cantada por el autor de la música, Mario Flores, y el Coro de la Agrupación Coral Sanjuanina: “Fué Yrigoyen comienzo y esperanza / de un pueblo que cultiva la amistad / Va llevando por el mundo enseñanzas / y los laureles que supimos conquistar”.

(7) En la Plaza San Martín, de Buenos Aires, en el ´45 los radicales cantaban (con música de “La Cucaracha”):
“Perón y Farrell, Perón y Farrell
ya no pueden caminar,
porque no tiene, porque les falta
el apoyo popular”.

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