por el doctor Eduardo Giorlandini
El Aguacero
La palabra "aguacero" deriva de otra, que es "aguaza" y este vocablo viene del latín aquacea. Dicho en lenguaje futbolero los antiguos romanos le pasaron la pelota a los españoles.
Académicamente hablando, "aguacero" quiere decir 'lluvia repentina, abundante, impetuosa y de poca duración'. A esto se refiere el tango y no a otra cosa, cual es un conjunto de molestias, o golpes o improperios que caen sobre una persona. Esto último es una segunda acepción del término de marras, poco usada en la Argentina.
En Venezuela se usó en diminutivo, "aguacerito", para designar a la 'llovizna', que no es lo mismo que la garúa, que también es llovizna, pero fina, suave y lenta, aunque pueda generar diversas sensaciones según las personas, según su estado espiritual.
No es, en mi opinión, un argentinismo, o un lunfardismo, o voz campera, sino de origen español, lo que hace que no aparezca frecuentemente en los textos de literatura popular y, sin embargo, el término es bastante conocido; probablemente haya sido el tango el mejor camino para su difusión en el lenguaje vivo. Muchas veces hemos expresado que el tango comunica y que el cantor es un comunicador social. Antiguamente, en el denominado "Viejo Mundo" los hechos de la aldea se comunicaban con canciones.
Hablemos del tango
El tango "El Aguacero", según José Gobello, en el tomo II de Tangos, letras y letristas, se escribió en el barco que traía de Europa al poeta José González Castillo, en 1930, junto a su hijo Cátulo, y estrenado poco después por Abelardo Farías en la revista De la tapera al rascacielos, presentada en el "Teatro Cómico". Cátulo Ovidio González Castillo -era el nombre de familia- se hizo conocer con su primer nombre, Cátulo, y no usó el apellido del padre, como queda expresado líneas arriba, implícitamente. Tenía 24 años.
Eduardo Romano, en su libro Las letras del tango, expresa:
"Fue grabado por el Dúo Gómez-Vila, para el sello "Víctor" (11/31); en "Odeón" lo registró F. Canaro con la voz de Charlo (11/31); posteriormente lo grabó Lucio Demare con Horacio Quintana, en "Odeón" (1944); Mercedes Simone con acompañamiento de Emilio Brameri, en sello T.K. (1951); Juan D'Arienzo con Armando Laborde y Osvaldo Ramos, en "Víctor" (1970); Rubén Juárez con orquesta dirigida por Raúl Garello, en "Odeón" (12/72), y Susana Rinaldi con el conujunto de Juan Carlos Cuacci, en sello Trova (1973). Composición de estirpe nativista, donde el poeta combina sin estridencias pasajes netamente descriptivos con otros de lenta reflexión o con dos estrofas en que cede la palabra al personaje sin romper -salvo el coloquial 'bien haiga', por 'bienvenido'- empero un nivel cuidadoso de lengua, como es habitual en aquella tendencia poética."
El tango pudo haber sido grabado por Gardel, pero esto no sucedió. Casi sucede. Veamos la anécdota que cuenta Cátulo, relatada en el prólogo del libro de César Tiempo, El último romance de Gardel:
"La última vez que vi a Carlos Gardel en Buenos Aires, fue allá por el año 1931, en su casa de Jean Jaurés -por el Abasto- cuando, dentro de la plenitud de su optimismo contagioso, afirmaba la pinta del porteño adoptando criterios de elegancia que eran inconfundibles.
Fue -pienso- en el otoño de una tarde 'cualunque' que estaba convenida para 'pasarle' aquel tango-canción llamado 'El aguacero', ¡que no grabó jamás! Lo encontré acicalándose, en camisa de seda. La peinada perfecta, recién afeitadito.
-'Mirá, pibe...! -me dijo- apenas 10 minutos. Tengo un apuntamento que me salió recién... Si me 'sarpás' la letra, yo te escucho...¡Ahí está el nopia...!' Se colocó las gafas, sentándose a leer la 'letra' aquella, en tanto que mi temblor garabateaba notas al 'dientudo', y mi emoción trataba de entonar las palabras con una entrecortada voz de abatatado. ¡Delante de Gardel...! ¡Vaya proeza!
No sé qué me arguyó, pero -de pronto- estábamos los dos en la vereda: él, esperando un taxi al que llamó con un silbido extraño, mientras mi azoramiento colorado, le escuchaba disculpas.
-'¿Sabés, pibe...? Me falló 'el aviador' ¡...y un caballero jamás hace esperar a una mujer...!'. Hizo un guiño y partió, de traje claro, con chaleco cruzado y un chambergo 'piolín' que nadie requintó como él lo hacía.
Ya no lo vi jamás, más que en película. Pero el silbo y la estampa de aquella despedida alborotada, quedaron para siempre en el recuerdo deteniendo la alegría socarrona y la gracia infantil de su sonrisa."
Aguacero cuando nació Cátulo
Según la narración del poeta y compositor Cátulo Castillo, incorporada a un artículo firmado por Julio Ardiles Gray, cuando Cátulo le relató sus memorias, le manifestó que el padre (que entonces era anarquista pacífico, azul, esto es literario) "robó" a la mamá de Cátulo y se casó con ella, en 1905, yendo a vivir a Castro al 900, en Buenos Aires. La joven vivía en los alrededores de La Plata. Al año nació Cátulo, el 6 de agosto de 1906, a las cinco de la tarde; caía una lluvia tremenda y cuando fue avisado en los Tribunales, donde trabajaba, por su amigo Edmundo Montagne, el padre fue corriendo a la casa, le quitó los pañales, salió al patio y los dos se expusieron al agua, al aguacero; el papá exclamó:
"- ¡Hijo mío, que las aguas del cielo te bendigan!"
(El tango "El Aguacero" no tiene nada que ver con este episodio). Después intentó anotarlo en el Registro Civil con el nombre Descanso Dominical González Castillo, porque por ese tiempo habían promulgado la ley que era una vieja aspiración libertaria y era costumbre de los anarquistas ponerle ese tipo de nombres a los hijos.
La letra
Como si fuera renegando del destino
de trenzar leguas y leguas sobre la triste extensión,
va la carreta rechinando en el camino
que parece abrirse al paso de su blanco cascarón...
Cuando chilla la osamenta,
señal que viene la tormenta...
Un soplo fresco va rizando los potreros
y hacen bulla los horneros
anunciando el chaparrón...
Y la pampa es un verde pañuelo
colgado del cielo,
tendido en el sol...
Como a veces se muestra la vida,
sin sombra, ni herida,
sin pena... ni amor...
El viento de la cañada
trae gusto a tierra mojada...
Y en el canto del viejo boyero
parece el pampero
soplar su dolor...
Se ha desatado de repente la tormenta
y es la lluvia una cortina
tendida en la inmensidad...
mientras los bueyes en la senda polvorienta
dan soplidos de contento, como con ganas de andar...
Bien haiga el canto del tero
que saluda al aguacero...
Ya no es tan triste la tristeza del camino,
y en el pértigo el boyero
tiene ganas de cantar...
¡Langanay!... Viejo buey
lomo overo,
callado aparcero de un mismo penar...
Igual yugo nos ata al camino,
pesado destino de andar y de andar...
Adónde irás, buey overo,
que no te siga el boyero...
Y la pampa es un verde pañuelo
colgado del cielo
que quiere llorar.
El vocabulario de la letra
El siguiente vocabulario contiene las palabras de la letra de "El Aguacero", con la interpretación que el autor de este estudio hace de los vocablos usados por el poeta; es decir, se incluye sólo el significado específico en la letra del tango y no las diversas acepciones.
AGUACERO. Lluvia repentina, abundante, impetuosa y de poca duración.
APARCERO. Compañero, amigo.
BIEN HAIGA. Bienvenido.
BOYERO. Pájaro típico del litoral argentino.
CAÑADA. Terreno bajo entre dos lomas con vegetación propia de los lugares húmedos; bañados.
CARRETA. Carro grande tirado por bueyes que se utilizaba antiguamente en el campo para transporte de productos y personas.
CASCARON. El conjunto de paredes y techo de la carreta.
CHAPARRÓN. Aguacero.
CHILLA. Suena, se hace notar, molesta o duele.
HORNEROS. Aves características del campo argentino.
LOMO. Todo el espinazo, desde la cruz hasta las ancas del animal.
OSAMENTA. Esqueleto humano.
OVERO. Color blanco retaceado con cualquier color.
PAMPERO. Viento fuerte, frío y seco, que sopla en dirección sudoeste de la pampa y que generalmente disipa las tormentas.
PÉRTIGO. Lanza de la carreta.
POTRERO. Terreno cercado para tener animales.
RECHINAR. El chillar de los ejes de la carreta; un ruido fuerte que se oía a muchos centenares de metros.
RIZANDO. Cuando el viento mueve las cosas.
TERO. Ave que grita anunciando el peligro, la presencia de algo extraño.
TRENZAR. Juntar ceñidamente algo.//Trenzar leguas: ir recorriéndolas en un itinerario largo.
YUGO. Atadura, instrumento de madera dura o viga en que se atan los bueyes por la nuca, sujetándolos por medio de sogas llamadas coyundas.
El tema
El tema de la letra es campero, describe una circunstancia propia de la pampa, es decir cierta geografía; de otro modo, se trata de una descripción en la que paisaje y persona están íntimamente ligados, aunque se compare a la naturaleza con la vida, como se manifiesta en ocasiones: "Sin sombra, ni herida, sin pena...ni amor..."
El poema pone de manifiesto el amor a la naturaleza, al medio ambiente, y un sentimiento del que parece derivar que el ser humano, como el pájaro o el buey, o la circunstancia rural, en su conjunto, tienen un mismo destino, de tristeza y de dolor y sin perjuicio de lo cual renace el deseo de cantar, del boyerito o del criollo, como en el Martín Fierro:
"Aquí me pongo a cantar
al compás de la vigüela,
que al hombre que lo desvela
una pena estraordinaria,
como el ave solitaria
con el cantar se consuela.".
Fuente: http://www.terapiatanguera.com.ar/Grandes%20Tangos/el_aguacero.htm
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